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  El Testimonio Con Que El Obispo Arteaga Defendió a Karadima

LA Tercera
April 3, 2011

http://diario.latercera.com/2011/04/03/01/contenido/reportajes/25-64476-9-el-testimonio-con-que-el-obispo-arteaga-defendio-a-karadima.shtml


En 2006, tras una solicitud del cardenal Errázuriz, el obispo Andrés Arteaga hizo llegar su opinión sobre el caso Karadima. En su testimonio, Arteaga desestimó las acusaciones contra el ex párroco y realizó críticas a los denunciantes.

En junio de 2006, el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz, le envió una carta al sacerdote Eliseo Escudero. El destinatario era el primer promotor de justicia que tuvo la investigación contra el sacerdote diocesano Fernando Karadima Fariña, ex párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de El Bosque, en Providencia.

La carta de Errázuriz -anexada como una de las piezas de la investigación eclesiástica que el cardenal remitió a mediados del año pasado al Vaticano para que éste se pronunciara sobre las denuncias contra Karadima- tocó varios puntos. En uno de ellos el cardenal le solicitó tomar en cuenta la opinión sobre las denuncias de uno de sus obispos auxiliares, para constatar la verosimilitud de los testimonios.

Así, el cardenal planteó el nombre de monseñor Andrés Arteaga, argumentando que en su calidad de presidente de la Unión Sacerdotal podía dar una perspectiva tanto del ex párroco como de sus acusadores. Arteaga no era un desconocido: había sido formado al alero de Karadima en la iglesia de El Bosque y era reconocido como uno de sus hombres más cercanos.

A continuación, Errázuriz le recomendó a Escudero que evaluara si necesitaría otras declaraciones de personas que conocieran a los denunciantes y que dijeran la verdad. Agregó que, una vez reunidos estos testimonios, el indagador podría estar en condiciones de concluir la investigación.

De esta forma, Arteaga hizo llegar su opinión sobre el religioso y los denunciantes en junio de 2006. La declaración está incluida en las casi 250 páginas que tiene la investigación eclesiástica realizada en Chile en contra de Karadima y es el último de los capítulos al cual tuvo acceso La Tercera.

Para la elaboración de la misiva, de tres páginas, Arteaga tuvo acceso al testimonio de James Hamilton y José Andrés Murillo, que hasta ese momento eran los únicos denunciantes que habían declarado contra del ex párroco.

En el documento, el obispo auxiliar expresó que conocía a Karadima por más de 35 años de manera muy estrecha. Aseguró que éste tenía una vida pública intachable, que era un modelo estimulante como sacerdote católico y que, desde su punto de vista, el párroco estaba entregado a su misión de fe. Añadió que muchos fieles, laicos, sacerdotes y obispos podían entregar el mismo testimonio que él estaba dando.

Según Arteaga, nunca vio o escuchó sobre conductas impropias por parte de Karadima, a quien describió como un sacerdote que siempre había sido extremadamente prudente en el trato con las personas. Dijo que de esa forma actuaba y enseñaba a los demás, en particular a los sacerdotes que lo frecuentan y que reciben su ayuda espiritual. El obispo auxiliar recalcó que ello le constaba de manera clara y personal, en reiteradas ocasiones y a lo largo de muchos años.

En su misiva, Arteaga también se refirió a los dos denunciantes que en ese minuto tenía la investigación: el gastroenterólogo James Hamilton y el entonces estudiante de Teología José Andrés Murillo. Respecto de ambos, en términos generales planteó que tenían conflictos vocacionales, profesionales y personales graves y aseguró que tergiversaban la realidad de la parroquia al mezclar afirmaciones verdaderas con hechos totalmente falsos.

Arteaga describió a Murillo como una persona afectada por una desorientación vocacional y que no traía una formación religiosa muy completa desde su familia. Murillo, dijo Arteaga, llegó a la parroquia a través de unos amigos y se integró durante algunos años a las actividades del templo, aunque sin asumir cargos en la Acción Católica y manteniendo un círculo de amistades diferentes fuera de la iglesia de Providencia.

Según el obispo auxiliar, Murillo se alejó de la parroquia de El Bosque cuando postuló al noviciado de los jesuitas, donde permaneció un año y que dejó, dijo recordar, con necesidad de ayuda sicológica. Lo caracterizó como una personalidad narcisista e intelectual.

Al referirse a Hamilton, el obispo Arteaga enumera diversos problemas que afectaron a la familia del médico y que lo marcaron, por lo cual en la Parroquia se le dio apoyo para que saliera adelante y se reconciliara con los suyos. Según el obispo auxiliar, Karadima lo ayudó en la realización de sus becas de especialización como médico. Describió que Hamilton participó durante años de las actividades de la Parroquia y lo caracterizó como una persona agradable y franca. De acuerdo con Arteaga, el profesional se alejó de la parroquia motivado por una situación personal asociada a su matrimonio.

Según el obispo, tras el alejamiento del médico del templo, perdió contacto con Hamilton durante varios años. Finalizó su declaración diciendo que éste era una persona veraz, aunque exagerada y algo tozuda.

Las impresiones entregadas por Arteaga sobre Karadima y sus acusadores aparecen mencionadas en las conclusiones finales del segundo promotor de justicia del caso, Fermín Donoso.

A comienzos de mayo del año pasado, Donoso terminó la investigación contra Karadima y concluyó que el ex párroco de El Bosque había cometido abusos contra dos personas cuando éstas eran menores de edad, además de otros adultos. En julio, el expediente del caso fue enviado al Vaticano, donde la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró a Karadima culpable de abuso de dos menores identificados en la sentencia y de otros cuyos nombres no se mencionaban. Además, declaró al religioso culpable de abusos contra adultos -Hamilton, Murillo y Batlle- y de violar el sigilo sacerdotal en el caso de Juan Carlos Cruz.

A fines de febrero pasado, luego de registrarse que la investigación tuvo pocos avances durante 2006, Errázuriz hizo referencias en Qué Pasa a las tareas encomendadas a colaboradores "cometí una equivocación: pedí y sobrevaloré el parecer de una persona muy cercana al acusado y al acusador. Mientras el promotor de justicia pensaba que era verosímil la acusación, esta otra persona afirmaba justamente lo contrario". El cardenal no quiso identificar a esa persona: "No voy a dar nunca su nombre. Porque en el fondo es responsabilidad mía, primero haber pedido ese parecer y, segundo, haberle creído. Me quedó la duda, naturalmente, y por eso mismo dejé en suspenso la investigación, y no cerré la causa".

 
 

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