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Buscar Justicia 30 Anos Despues

By Mariana Carbajal
Pagina 12
March 27, 2015

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-266632-2015-02-22.html

Junto a organizaciones que la apoyan, Julieta Anazco ya organizo dos escraches al cura, hoy de 86 anos.

Julieta Anazco es empleada municipal y vive en La Plata. Durante mas de 30 anos anulo en su memoria episodios dolorosos de su infancia. Hasta que un dia, un ano y medio atras, al pasar frente a la iglesia Sagrado Corazon de Jesus, de la localidad bonaerense de City Bell, algo se activo en sus recuerdos y saco del olvido los abusos sexuales que habia sufrido de parte del cura Hector Ricardo Gimenez, en campamentos de verano. Desde entonces, Julieta emprendio una lucha comprometida para que el religioso, a quien encontro dando misa en la capilla de un hospital publico, fuera juzgado. Del caso informo a fin de ano al papa Francisco, en el Vaticano, y al mismo tiempo reclamo al Arzobispado de La Plata explicaciones sobre la proteccion que le brindaron al sacerdote, despues de que otras victimas, ninas y ninos, tambien lo denunciaran por hechos similares, entre dos y tres decadas atras. Se trata de otro caso paradigmatico de abuso eclesiastico en la Argentina, que esta mujer, que ahora tiene 42 anos, espera que no quede impune.

“Esta lucha comenzo por mi, tal vez, tratando de encontrar una reparacion personal, una manera de intentar sanar esta herida tan grande que siento dentro de mi, pero despues me fui contactando con otros sobrevivientes de abuso eclesiastico, y ellos me han dado mas fuerza para seguir luchando no solo por mi sino tambien por ellos”, dice Julieta a Pagina/12. Haber podido hacer la denuncia es parte de su sanacion, subraya. “Es un camino que empece y quiero terminar. Tengo la esperanza de que mi testimonio les allane el camino a otras victimas, ninos y ninas que como yo podrian haber sido victimas del sacerdote”, agrega. Tiene un hijo de 22 anos y un nieto de dos anos.

En la causa, que se abrio en la Fiscalia N? 6 del Departamento Judicial de La Plata y donde se presento como particular damnificada, pidio la imprescriptibilidad del delito (ver aparte). Y husmeando el archivo judicial, encontro dos causas contra el mismo cura, que datan del ’85 y el ’96, iniciadas por madres de otras chicas y chicos abusados, y que dejan en evidencia el amparo que la Justicia de La Plata y el Arzobispado de La Plata le brindaron a Gimenez, como en otros casos de curas pedofilos. La maniobra silencio la voz de las victimas y permitio que el cura siguiera abusando de otros ninos y ninas en distintos destinos pastorales. “Estimamos que este senor abuso de cientos de ninas y ninos”, senalo a este diario Estefania Gelso, integrante del colectivo de abogadas populares Las Ciegas, que junto a su colega Lucia de la Vega patrocina legalmente a Julieta.

La nueva denuncia contra Gimenez fue presentada el 19 de septiembre de 2013. Desde la UFI N? 6, a cargo del fiscal Marcelo Romero, solicitaron al arzobispo de La Plata, Hector Aguer, que informe sobre los destinos parroquiales y la actividad de Gimenez a principios de los ’80, porque oficialmente, en la pagina del arzobispado, figura como uno de sus sacerdotes, senala Gelso. Segun la denuncia de Julieta, los abusos ocurrieron en los veranos de 1980, 1981 y 1982, en campamentos que organizaba el cura desde la iglesia de City Bell y que tenian lugar en la localidad de Bavio, partido de Magdalena. Pero la investigacion penal, cuestiono la abogada, avanza lentamente. “Todavia no citaron a declarar a Gimenez”, observo. Y desde octubre, cuando presentaron el escrito en el que Julieta se constituyo como particular damnificada, esperan que Gimenez sea notificado del inicio de las actuaciones. “El miercoles 11 informamos al fiscal el cambio del domicilio real del cura, del cual nos enteramos cuando fue a renovar la licencia de conducir recientemente y una amiga de Julieta lo reconocio, para que la notificacion se produzca efectivamente”, conto la abogada.

Gelso viajo en diciembre al Vaticano y puso al tanto a la Santa Sede de las acciones penales actuales y de los antecedentes del sacerdote, a la espera de que se tome alguna decision que rompa la proteccion que, al parecer, tuvo siempre el cura. Todavia no recibio ninguna senal del papa Francisco. Gimenez tiene hoy 86 anos. Cuando Julieta recordo los abusos que habia sufrido a los ocho, nueve y diez anos, pudo localizar al cura y descubrio que estaba al frente de la capilla del Hospital San Juan de Dios, de la ciudad de La Plata. Con distintas organizaciones de mujeres y sociales, le hicieron un escrache, en septiembre de 2013, como informo en ese momento Pagina/12. Las repercusiones periodisticas de la movilizacion llevaron al religioso a recluirse en la localidad bonaerense de Carhue, al parecer en la casa de una hermana, segun pudo rastrear Julieta. “Cambio de domicilio legal para no ser notificado por el juzgado”, agrego la mujer.

A partir del primer escrache, Julieta se fue contactando con mas de una decena de mujeres, de entre 40 y 42 anos, que sufrieron los mismos abusos que ella en los campamentos que organizaba Gimenez. Algunas quisieron testificar en la causa.

Por ejemplo, declaro una mujer que conto que, como le sucedio a Julieta, siendo nina tambien habia ido a los campamentos y que “el cura las enjabonaba en la ducha”. El padre de esa nina –hoy la mujer tiene alrededor de 40 anos– declaro como testigo en el expediente y recordo que su hija le habia contado aquellos hechos en su momento, y que cuando se acerco a hablar con el religioso, Gimenez le reconocio que lo hacia porque “las ninas se banaban mal”.

Julieta y las entidades que la acompanan en su lucha organizaron otro escrache en la casa donde vive el sacerdote en el barrio platense de Los Hornos. Despues de esa accion, otra mujer de unos 50 anos se contacto con ella y le conto que en la decada del ’70, Gimenez estuvo en el barrio porteno de Flores, en la iglesia Santa Clara. Y le describio los mismos tipos de abusos en el momento de la confesion y el alejamiento del sacerdote de la parroquia en medio de un escandalo.

De la investigacion que llevan adelante las abogadas y Julieta se puede observar como el cura fue trasladado a distintos destinos, donde repitio sus conductas delictivas. Sin llegar a tener castigo penal, a pesar de que las denuncias se iban repitiendo (ver aparte).

En su lucha contra la impunidad que logro el cura durante decadas, Julieta envio en octubre una carta al Arzobispado de La Plata, en la que “como catolica” le solicita a Aguer que le informe si en su momento la Iglesia Catolica inicio los procesos canonicos previstos para los casos de religiosos denunciados por abuso sexual infantil. En lugar de una respuesta concreta, Julieta recibio una contestacion un tanto intimidatoria: la mujer habia escrito en la carta que entrego en el arzobispado el domicilio legal, constituido en el estudio de sus abogadas; sin embargo, el arzobispado se encargo de conseguir su direccion particular y enviarle alli una nota en la que le proponen una “reflexion serena y completa entre las partes interesadas, que faciliten el bien de las personas damnificadas y tambien el bien de la Iglesia”. La misiva lleva la firma del vicario judicial del arzobispado, Javier Fronza. Y la invitan a acercarse a la sede a conversar sobre el tema. Julieta aclaro a este diario que ira acompanada por sus abogadas. El encuentro todavia no se concreto.

“Nuestra lucha es por intentar que la Iglesia aparte a los curas que abusaron de nosotros en el contacto con ninos, es lo que mas nos preocupa. Y que los juzgue. Y que la Justicia penal tambien los juzgue y los condene, y que cumplan esa condena donde deben, que es en una carcel y que dejen de percibir los beneficios que le otorga la Iglesia. ?Sera mucho pedir? No lo se, pero lucharemos por todo ello”, afirma Julieta, convencida.

Una sentencia de junio 2014, de la Sala I de la Camara en lo Criminal de Parana, le da esperanzas de que los delitos que denuncio efectivamente sean investigados y castigados, a pesar del tiempo transcurrido. Ese tribunal resolvio que no esta prescripta la accion penal para investigar y sancionar a otro sacerdote catolico, Justo Ilarraz, denunciado por presuntos delitos sexuales cometidos entre 1985 y 1993, contra ninos que estudiaban en el Seminario Menor de Parana. La sentencia fue confirmada en octubre por la Camara de Casacion Penal de Entre Rios, luego de que la defensa del religioso argumentara que se pretendia juzgar hechos prescriptos. Los abogados de los querellantes y el procurador general de la provincia, Jorge Garcia, sostuvieron que correspondia continuar con la investigacion, por tratarse de presuntas violaciones graves a los derechos humanos de ninos, protegidos por la Convencion Internacional de Derechos Humanos y de Derechos del Nino, tutelados en la Constitucion Nacional, superiores en jerarquia a cualquier norma del Estado, por lo que no cabia la prescripcion. Ademas habia remarcado el rol del religioso en la educacion de alumnos pupilos bajo su guarda. Con esta resolucion, la causa, iniciada en 2012, sigue su etapa de instruccion en el juzgado de origen. En total son siete denuncias de hombres que en ese momento tenian entre 12 y 14 anos.

 

 

 

 

 




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