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Phil Saviano, el primer denunciante que destapó los casos de abusos sexuales en la Iglesia

By Alejandra Carmona
El Mostrador
February 8, 2016

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Phil Saviano tenía 11 años cuando comenzó a ser víctima de los abusos de David Holly, un respetado sacerdote de Douglas, Massachusetts.

Phil Saviano en la actualidad

[Phil Saviano. The first whistleblower who uncovered cases of sexual abuse in the Church.]

Phil Saviano llega hasta las oficinas del Boston Globe con una caja. En ella hay recortes de pequeñas notas de prensa y fotografías. El eco de su voz ignorada por años. Pruebas en las que pocos medios de esa ciudad habían querido ahondar. Un cargamento de pistas que llevaron a la unidad de investigación de ese periódico, Spotlight, a revelar una serie de abusos cometidos por sacerdotes en Massachusetts, no solo ignorados por otros medios sino también por la propia Iglesia Católica.

Ese Phil Saviano, el de la caja, es en realidad un actor que interpreta a Saviano. Pero no se distancian mucho porque el propio Phil ayudó con sus relatos al guionista Josh Singer. Una historia que podría ser la misma que escuchamos desde hace años –insistentemente– en Chile. “Es también un abuso espitirual”, dice –en una de las escenas de la película– Phil, el actor que lo interpreta con su mismo nombre.

Para el propio Saviano (63), esas líneas del guión son lo mismo. O peor.

“Acababa de cumplir 12 años de edad cuando comenzaron los asaltos de David Holly –un sacerdote muy respetado en la comunidad, en Douglas, Massachusetts–. Era 1952 y mi cumpleaños es el 23 de junio. Fue asignado a mi iglesia entre marzo de 1964 y septiembre de 1965. Yo tenía solo 13 años cuando él se fue. Me atacó a mí y a otros dos muchachos, por lo que yo sé, todos en el mismo rango de edades. Su técnica era ser amable conmigo, pedir ayuda para hacer las cosas simples, como ayudarle a ordenar las cosas en el almacén del sótano de la iglesia. Cuando él se interesó en mí, comenzó a querer saber acerca de mi familia y mis estudios en la escuela, quiénes eran mis amigos. Me sentí afortunado y especial porque este hombre poderoso, tan respetado, me prestaba atención”.

Saviano –quien contesta estas preguntas vía correo electrónico desde Boston– cuenta que todas esas atenciones cambiaron con el tiempo y lo que había sido un halago, se transformó.

“Con el tiempo, nos invitó a juegos de cartas e historias divertidas. Pero pronto las historias de las cartas se volvieron fuera de tono y los chistes eran sobre cuestiones sexuales. Luego tuvo una nueva baraja, con cartas que tenían fotografías pornográficas en ellas. Nos dijo que no le contáramos a nadie y yo me sentí aún más especial porque este cura estaba compartiendo un secreto conmigo. Después, estas cosas condujeron a conversaciones sobre temas sexuales. A esa edad no sabía mucho y, por supuesto, no tenía idea de que esto me estaba llevando por un camino de grandes problemas”.

Los juegos de cartas, los secretos y las atenciones se radicalizaron. “Tenía que masturbarlo y practicarle sexo oral. Era muy desgradable y se hizo evidente que su interés no tenía que ver con mi bienestar. Él solo me quería para llevar a cabo estos actos. No le importaba lo que pasaba por mi mente o que yo me sintiera avergonzado y enojado. Lo único que le importaba era su propio placer. Por desgracia , no pude encontrar una manera de escapar. Además, vivía justo un poco más arriba en la calle de la iglesia. No era un acólito, pero repartía el diario y la casa del párroco era uno de mis clientes. Había muchas oportunidades de que el sacerdote fuera por mí cuando quería. Tenía la sensación de estar atrapado y también sentí que, si cualquiera de los papás se enteraba, estaría en problemas. Toda la ciudad descubriría lo que pasó, por eso solo se lo conté a un amigo de la infancia a quien le estaba pasando lo mismo”.

Sin poder escapar de los abusos, la situación había llegado a ese punto porque Phil veía al cura Holly como alguien cercano a Dios. “Él era el representante de Dios allí en mi pequeña ciudad. A pesar de que odiaba lo que me hacía hacerle, nunca tuve el poder emocional de gritarle, golpearlo o darle una patada para escapar. Era imposible para mí hacerle eso a un cura. Además, todavía no había pasado por la pubertad, así que era bastante pequeño. Este hombre, de casi 2 metros y un poco de sobrepeso, era muy grande en comparación a mí”.

El abuso espitirual también era evidente. Phil lo resume en una línea: “¿Cómo se le dice que no a Dios?”.

“En este sentido –expresa– el abuso por parte de un sacerdote puede ser muy diferente al cometido por un maestro de escuela, un entrenador de atletismo, incluso un padre”.

-¿Eres Católico aún?
-Fui bautizado y no he desistido de ello, así que, en esos términos, sí soy católico. Pero no voy a la iglesia y tampoco soy un creyente en la fe católica o de cualquier religión organizada. Soy agnóstico. No estoy convencido de que Dios existe o no. Tampoco considero que Dios tenga presencia en mi vida diaria; sin embargo, tengo que reconocer que muchas personas que creen en Dios sienten que él me ha cuidado, porque he logrado sobrevivir a algunos problemas de salud graves como una falla al riñón y el Sida. A la gente le gusta decir que Dios me mantuvo con vida para que yo pudiera seguir trabajando y exponer el problema de los abusos sexuales del clero.

-¿Cómo fue su vida después de los abusos? ¿Pudo hacer una vida de pareja normal?
-Como joven, a mis 20 años, una de las consecuencias fue que tenía una gran cantidad de ansiedad con respecto a las relaciones románticas y la sexualidad. Cuando estaba en torno a la edad de 24 años, me di cuenta de que yo era gay, pero yo no era capaz de entrar en un bar gay sin sentir que algo malo me iba a pasar. Finalmente, tuve una relación durante 4 años. Sin embargo, cuando terminó, me infecté con VIH. Tuve otra relación corta, de unos 18 meses, pero desde 1990 estoy solo, sin pareja. Ahora mi salud emocional es muy fuerte, pero con VIH ha sido difícil para mí encontrar a alguien que quiera ser mi pareja. Pero no estoy deprimido por eso. Tengo una vida muy plena, interesante y muchos, muchos amigos.

Phil ha dedicado las últimas décadas de su vida a denunciar los abusos cometidos por sacerdotes. Hizo público su abuso en 1992 y en 1997, en Nueva Inglaterra, inició Sobrevivientes Abusados por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés). Sin embargo, también se dedica a otro trabajo. Trae artesanías de México y las vende en un sitio web. Viaja dos veces al año a México para visitar a artesanos de Puebla y Oaxaca; una rutina que ha estado manteniendo durante 15 años.

-Hace unos años que en Chile estamos conociendo situaciones de abusos por parte de sacerdotes. A usted le tocó vivir que la Iglesia tapara estos casos, ¿cuál cree que debe ser la actitud de las autoridades eclesiásticas ahora?
-Es responsabilidad de la Iglesia revelar los nombres de los sacerdotes, para asegurarse de que sean reportados a las autoridades civiles (la policía) y para estar seguros de que no están sirviendo actualmente en el sacerdocio, donde tienen acceso a los niños. También es importante llegar a las víctimas de estos sacerdotes y tratarlos con compasión y apoyo. En los Estados Unidos, eso significaría alentar a otras víctimas de estos sacerdotes a hacerse conocidos y ofrecerles un pago para que busquen ayuda sicológica. La Iglesia no debe hacer ningún intento por evitar que las víctimas de abusos por parte de sacerdotes hablen libremente de sus experiencias. El abuso sexual infantil vive en una atmósfera de secreto, por lo que una manera de poner fin a la misma, es hablar sobre ello. Contactar a otras víctimas para apoyarlas es también un paso hacia la sanación de la salud emocional de las víctimas.

 

Phil Saviano cree que, en tal sentido, tiene una misión: “Mi papel en estos días es inspirar a otras víctimas y ayudarles a entender el poder de no quedarse en silencio. Es la manera de poner fin a este tipo de cosas. Y también es el camino hacia una mejor salud emocional. Siempre es mejor hablar con alguien, ya sea un amigo o un terapeuta, por el dolor que uno lleva en su corazón”.




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