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El Historial De Sus Abusos Sobre Sacerdotes Y Seminaristas

By Monica Gonzalez, Juan Andres Guzman y Gustavo Villarrubia
Ciper
May 23, 2018

http://ciperchile.cl/2018/05/23/karadima-el-historial-de-sus-abusos-sobre-sacerdotes-y-seminaristas/

A proposito de la invitacion extendida por el Papa Francisco a tres sacerdotes que sufrieron los abusos de Fernando Karadima en la parroquia de El Bosque, CIPER reproduce el capitulo VI del libro “Los secretos del imperio de Karadima” (editado por CIPER en alianza con la UDP y Catalonia)­. El capitulo, titulado “La iglesia de Karadima”, cuenta en detalle como el ex parroco aprovecho su condicion de guia espiritual para manipular a decenas de sacerdotes y seminaristas. Ademas de los abusos sexuales a los que sometio a aspirantes al sacerdocio, Karadima utilizo a los miembros de la Pia Union Sacerdotal para extender sus tentaculos hasta el seminario, promovio el nombramiento de sus leales en diversos puestos de poder, desprestigio a sus criticos y pulverizo -mediante verdaderos linchamientos de imagen en juicios secretos- a aquellos que se apartaban de su influencia.

LA IGLESIA DE KARADIMA

La primera semana de julio de 2011, Juan Carlos Cruz recibio un email de su abogado Juan Pablo Hermosilla en el que le anunciaba que el 18 de ese mes tenia que estar en Santiago. El motivo: carearse con Fernando Karadima. Juan Carlos sintio vertigo. El momento por el que tanto habia batallado estaba al alcance de la mano. Se imagino al cura en el tribunal, acusado, solo. Se imagino diciendole «aqui estoy, no me destruiste, cura de mierda», y tantas cosas mas que habia planeado desde que en agosto de 2009 lo denuncio ante la justicia eclesiastica, e incluso desde antes, tal vez desde las mismas noches en que Karadima lo forzaba a besarlo y Juan Carlos se sentia indefenso, atemorizado y se aferraba a la idea de que algo pasara, de que alguien interviniera para que eso se acabara de una vez.

Desde que se inicio el juicio civil, Karadima se habia negado terminantemente a ese careo diciendole al fiscal Xavier Armendariz que su salud no le permitia enfrentar a los denunciantes a quienes, sin embargo, perdonaba. Su abogado, Luis Ortiz Quiroga, en un escrito al tribunal, argumento ademas que el sacerdote habia sido demasiado maltratado por una prensa sesgada que «ha logrado hacer trizas el prestigio y reputacion de un sacerdote que ha dado su vida por la Iglesia». Exponerlo a un careo, aseguraba Luis Ortiz ante el primer juez del caso, Leonardo Valdivieso, «constituye una oportunidad inmejorable para transformar una diligencia judicial reservada en una actuacion de caracter publico y noticioso, ajena al control del tribunal y sometida a presiones propias de una noticia. El tratamiento publico de la diligencia solo ocasionara la humillacion de nuestro representado». El juez acogio ese planteamiento en noviembre de 2010 y acto seguido, sorpresivamente, cerro la investigacion sin acceder al careo, argumentando que «ya se encontraba extinguida la responsabilidad penal del sacerdote».

Ese fue un momento oscuro para Juan Carlos Cruz. Desde la denuncia hasta ese intempestivo cierre habian transcurrido ocho meses, dias intensos en los que el habia sido objeto de burlas y de criticas. La abrupta decision del juez Valdivieso hizo que Juan Carlos sintiera que exponer su intimidad no habia servido para nada. Karadima seguia siendo tan poderoso como antes. La justicia estimaba que no era necesario averiguar si las acusaciones eran ciertas; simplemente estaban prescritas. Y lo mas grave: tampoco nadie parecia interesado en saber si los abusos descritos se seguian cometiendo.

Pero la suerte de Karadima dio un lento giro: en marzo de 2011 la Corte de Apelaciones de Santiago ordeno hacer nuevas diligencias, le quito el caso a Leonardo Valdivieso y se nombro a la magistrada de esa corte, Jessica Gonzalez, como ministra en visita; entre medio El Vaticano termino su propia investigacion y el 16 de enero de 2011 –en un fallo que fue hecho publico por el Arzobispado de Santiago el 19 de febrero– resolvio condenar a Karadima a una vida de penitencia, por abusos sexuales a menores. No obstante la demoledora argumentacion del Vaticano, quedo pendiente la ultima resolucion en la eventualidad de que Karadima apelara. El sacerdote lo hizo. De poco sirvio, porque en junio de 2011 el Vaticano confirmo su condena.

Asi, el email de julio de 2011 le anunciaba a Juan Carlos que la historia se comenzaba a cerrar de un modo distinto. La hora habia llegado. Pero no era la hora de la humillacion, como temia el abogado Ortiz Quiroga. Juan Carlos no buscaba eso. Simplemente queria sentir que ya no le temia a Karadima. Decirle lo que no habia sido capaz, en su momento, pero que ahora tenia claro. Decirle, por ejemplo: «No voy a permitir que ningun sacerdote me discrimine por mi condicion homosexual. Yo se que Dios me quiere. Yo naci asi. Dios me hizo asi y nadie me va a convencer de que Dios no quiere a la gente como yo».

Juan Carlos comenzo a prepararse: tuvo la sensacion de que algo se iba a acabar.

Desde 2009, Cruz vivia en Milwaukee, en el norte de Estados Unidos, una ciudad de inviernos muy frios, en la frontera con Canada. En el momento en que James Hamilton lo contacto para que denunciaran a Karadima, acababa de llegar a hacerse cargo de la gerencia de comunicaciones de Manpower Group, una de las 150 companias mas grandes de Estados Unidos con 4 mil oficinas en 82 paises. La mayor parte de las tensiones del caso Karadima, los momentos de derrota y de triunfo, Juan Carlos los vivio solo en esa ciudad a la que habia llegado por trabajo, pero tambien refugiandose de su pasado en Chile, y en la que los dias transcurrian casi sin amigos y sin pareja. Un matrimonio espanol le brindaba refugio espiritual y animico y solo a ellos les habia contado su historia cuando el caso estallo. Pero ni las cientos de personas con las que trabajaba cotidianamente ni sus colegas mas cercanos sabian lo que estaba viviendo. Para mantenerse siquicamente a flote, Juan Carlos se concentraba en sus tareas: y le iba bien. Muchas veces, sin embargo, se despertaba a media noche tras haber sonado con Karadima. En una de las pesadillas que mas se le repetia estaba en el funeral del sacerdote. Por algun motivo se quedaba solo en el mausoleo, junto al ataud, y entonces descubria que el cura no estaba muerto. Juan Carlos corria a avisarles a todos, pero no podia hablar. Y se despertaba gritando.

Tras recibir el email, Juan Carlos fue donde su siquiatra a quien visitaba una vez al mes (tambien acudia donde un sicologo una vez a la semana). En Milwaukee habia habido muchos casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y el personal de salud tenia bastante experticia en ese tema. A Juan Carlos su siquiatra le habia sido muy util para enfrentar la dura critica que el y los otros denunciantes habian enfrentado al principio; para tener alguien de carne y hueso con quien hablar; y tambien para entender varios aspectos de su historia. Le explico, por ejemplo, que una de las tecnicas del abusador es alejar a la victima de su familia y Juan Carlos entendio por que Karadima lo hacia enjuiciar duramente a su madre y pelear con ella, y por que insistia en que se quedaran hasta muy tarde en la parroquia. Tambien le dijo que otra tactica del abusador era cambiar el nombre de su victima, llamarlo por un diminutivo, buscando despojarlo de su personalidad: y por eso a el lo llamaba Carlitos, nombre que el termino odiando.

Un dia, en una de las consultas, el siquiatra le dijo que no sabia como resistia:

–No debiera decirte esto, pero no se como estas de pie con todo lo que estas viviendo. Eres muy valiente –le dijo.

–No soy valiente –le respondio Juan Carlos. Y se puso a llorar.

Al dia siguiente de recibir el correo de su abogado, Juan Carlos cerro su departamento, tomo el avion a Miami y de ahi la conexion a Santiago. En ese vuelo la azafata le conto que la tripulacion sabia quien era el y a que iba a Chile y le dijo que todos le deseaban mucha suerte.

En la capital todo fue una voragine. Los amigos llamaban, mandaban mensajes por twitter, los familiares iban a la casa de su madre y el recibia una avalancha de apoyo de muchas personas que apenas conocia. La soledad inicial habia dado un giro y ahora todos parecian entender cuan fuerte era el momento que se aproximaba.

Esa solidaridad lo hacia sentirse «envalentonado», segun dijo en varias entrevistas.

Pero en la noche anterior al careo volvieron a aparecer sus miedos: las multiples caras de Karadima, el sacerdote ignoranton y mesianico. Su tono de voz meloso y sus ataques de ira. Detras de las mascaras emergia una y otra vez otro miedo, el real: el temor a volver a ser el muchacho debil, vulnerable, manipulado por un tipo que nunca fue mas bueno ni mas generoso ni mas culto ni mas inteligente que el. Karadima se le aparecia como la prueba de su propia fragilidad: «Esa es la mayor verguenza que siento hasta hoy: por que deje que ese huevon me toqueteara, me dominara la vida, cuando yo me considero una persona inteligente que ha tenido suerte, educacion, una buena familia. Por que me deje agarrar asi. Esa es mi verguenza».

Durante anos Juan Carlos se odio por su debilidad. En la soledad de Milwaukee se forzo a dar el salto y hacerse fuerte. Y en la noche previa al careo, ese ir y venir del miedo al valor era, en el fondo, el ir y venir de un Juan Carlos a otro. Durante esa larga vigilia tomo una decision: no iba a flaquear. Se prometio que ni siquiera se le quebraria la voz aunque cada palabra que alli se pronunciara lo sumergiera en episodios que le desgarraran el alma.

En la manana del careo, la manana temida y esperada, Juan Carlos se tomo dos tranquilizantes, uno de efecto retardado. Se junto con Jose Murillo y Juan Pablo Hermosilla y partieron al tribunal. Alla se encontraron con James Hamilton. Se entero que Fernando Batlle ya habia salido y, segun le comentaron a Juan Carlos, al final del careo Batlle increpo a Karadima. A Juan Carlos eso no le extrano: su temor era que Fernando le pegara al cura y la jueza suspendiera la diligencia. Y lo que no le confeso a nadie es que es exactamente lo que el mismo tenia planeado hacer.

Karadima salio tranquilo de ese primer round con Batlle. El sacerdote les dijo a sus abogados: «Lo deje calladito».

La jueza Jessica Gonzalez aparecio en la puerta:

–Estamos listos, Juan Carlos, pase –le dijo.

–?Ahora? ?Lo voy a ver ahora? –se le escapo.

–?No quiere? –le pregunto la jueza.

Juan Carlos respiro hondo. «Si, quiero», dijo. Y entro en la sala, aun sintiendo el apreton que James Hamilton le dio en el brazo, para darle animo.

La ultima vez que vio a Karadima fue en una clinica, cuando operaban a su madre. Se lo topo de golpe y el cura lo saludo como si nada hubiese pasado y le pregunto que hacia ahi. Juan Carlos, helado, sorprendido, le dijo que estaba acompanando a su madre que se habia operado.

El cura le pregunto por la habitacion en la que ella estaba, se dirigio hacia alla y bendijo a la mujer a la que tantas veces habia tratado de separar de su hijo.

Pero ese encuentro en realidad no cuenta, porque fue como la breve aparicion de un espectro, un mal recuerdo. La verdadera ultima vez, cuando vio y padecio a Karadima en todo su esplendor, fue el 25 de octubre de 1987, durante un juicio, otro juicio, en El Bosque, donde Juan Carlos fue el acusado y Karadima el juez, mientras 12 piadosos seminaristas conformaban el coro infausto que repetia las calumnias de Karadima. Esa fue la verdadera ultima vez. Una ola de indignacion lo inunda cuando Juan Carlos recuerda que de ese tribunal salio queriendose matar.

Juan Carlos abrio la puerta.

–?Carliiiitos! –escucho que le dijo esa voz inconfundible.

–Me llamo Juan Carlos –contesto, brusco y serio, lo mas duro que puede mostrarse un hombre que es esencialmente amable y solicito.

Cuando levanto la vista, vio a Karadima persignandose.

***

En 1983, poco despues de haber llegado a El Bosque, Juan Carlos Cruz tuvo una experiencia homosexual con Guillermo Ovalle, un feligres muy cercano al sacerdote. Ocurrio una noche en que Karadima salio a comer y como era su costumbre, poco antes de partir, distribuyo a los jovenes que siempre andaban a su siga: a un par los eligio de acompanantes a la cena[1]; a la mayoria les dijo que los queria ver al dia siguiente temprano; y a Guillermo y a Juan Carlos les ordeno que lo fueran a buscar en la noche, al final de la comida.

Juan Carlos tenia entonces 19 anos y Guillermo 29. Comieron algo en la parroquia, pues los jovenes de la Accion Catolica contaban con un refrigerador a su disposicion, muy bien surtido para que no volvieran a casa, salvo a dormir. Luego se fueron a una habitacion de la parroquia que Karadima les prestaba a los jovenes de la Accion Catolica donde habia sillones y una tele, y comenzaron a besarse para luego masturbarse mutuamente.

Juan Carlos afirma que, aunque se habia sentido atraido por otros muchachos, tal como se lo habia confesado a Karadima, luchaba contra eso todo el tiempo y nunca habia tenido una experiencia homosexual hasta ese momento. Dice que se sentia muy culpable y muy angustiado por la posibilidad de que el sacerdote supiera.

–Le rogue (a Guillermo) que no le dijera nada Karadima y el me dijo que no me preocupara.

Pero al dia siguiente, Guillermo se confeso con el sacerdote. Al salir, le dijo a Juan Carlos:

–El santito te esta esperando.

–?Por que le contaste! –gimio el joven y partio tiritando de miedo al encuentro de Karadima.

La conversacion que tuvieron ese dia no la pudo olvidar.

«Pense que me iba a echar de la parroquia. Ese dia me hizo contarle y describir todo, con detalles. Y nunca se me va a olvidar lo que me preguntaba: “?Y tu, derramaste mucho?, ?Y el, derramo mucho?”. Esas palabras todavia me ponen la carne de gallina. Yo tenia 19 anos y lloraba con hipo».

Ante la justicia Juan Carlos agrego: «Karadima me termino absolviendo. No fue muy castigador, pero me dijo que con esto tenia “tejado de vidrio”, lo que en adelante uso para extorsionarme».

Juan Carlos no estaba entonces en condiciones de rebelarse contra los prejuicios que existian en la sociedad chilena de los anos 80 respecto de su identidad sexual. Ni siquiera se lo habia propuesto. Pero tampoco estaba en condiciones de darse cuenta de que Karadima tambien era un homosexual y que por ello no condenaba nunca explicitamente ni en la confesion ni en el pulpito ese tipo de relaciones. En realidad a Karadima le importaba poco lo que Juan Carlos fuera. Lo que le interesaba era aquello que lo hacia sentir culpable, los secretos que angustiaban al joven. Ese era su material de trabajo. Si un muchacho se sentia mal por haber nacido en una familia acomodada, le insistia en la historia del joven rico. Si Juan Carlos sentia culpa por su condicion sexual, ahi ponia su dedo Karadima una y otra vez para conducir al joven hacia la obediencia completa, a la satisfaccion de su propio placer que el vivia sin culpa alguna.

Juan Carlos recuerda que a veces el cura y Guillermo Ovalle se ponian a mirarlo de lejos y se reian: «Yo sentia que se estaban burlando de lo que habia pasado. Y me daba mucha verguenza».

Despues de ese episodio, Juan Carlos se concentro en su actividad en la iglesia. No faltaba a ninguna reunion de la Accion Catolica y pasaba horas rezando pues realmente queria ser sacerdote.

«Queria cambiar el mundo… A los 15 o 16 anos me habia puesto a trabajar con las monjas de la Madre Teresa de Calcuta, en Batuco, y me iba todos los sabados en la manana al hogar de ancianos que tenian alla. Mi trabajo era acompanar a esos viejitos que se estaban muriendo, darles la mano mientras se morian, para que no murieran solos…Yo se que habria sido un buen sacerdote y habria sublimado mis impulsos igual que un cura heterosexual sublima los suyos», recuerda Juan Carlos.

En ese periodo, despues del episodio con Guillermo Ovalle, Juan Carlos se hizo muy amigo de Gonzalo Tocornal, quien era el presidente de la Accion Catolica y hermano de un sacerdote muy fiel a Karadima: Jaime Tocornal. Gonzalo era un favorito de Karadima y como tal tenia acceso a su habitacion a toda hora, lo acompanaba a cenas y paseos, y se quedaba hasta tarde en la parroquia. Era el joven al que segun testigos, como Francisco Gomez, el cura le levantaba la polera con un puntero para mirarle el ombligo.

Juan Carlos recuerda: «La familia de Gonzalo le reclamaba que nunca estaba en la casa y que ya le habian entregado a Jaime a Karadima, pero no iban a entregarle otro hijo. Y Karadima le decia a Gonzalo que ellos no lo comprendian y le exigia que se quedara en Santiago cuando sus padres se iban a su campo en Buin».

Poco a poco, Juan Carlos se empezo a sentir atraido por el y, segun cuenta, entre 1984 y 1985 tuvieron lo mas parecido a una relacion amorosa que podian tener dos jovenes catolicos de los anos 80.

«Nunca paso nada, salvo besos y atraques. Todo muy inocente y muy culposo a la vez. Nosotros no lo veiamos como una relacion, era algo que pasaba cada cierto tiempo, que no lo podiamos explicar pero que lo buscabamos. Y si tratabamos de explicarlo, cada uno decia “no puedo pensar en esto”. Asi que lo mejor era vivir el momento. Creo que realmente fue la primera vez que me enamore de alguien», recuerda Juan Carlos.

En premio por lo obediente que habia sido, por haber estado disponible en todo momento para todo tipo de tareas, desde acompanar a su madre hasta irlo a buscar en las noches, Karadima invito a Juan Carlos a integrarse al grupo que durante el verano del ano 84 lo acompanaria a Europa. A ese viaje fueron tambien Hans Kast, Guillermo Tagle, Francisco Prochaska y Gonzalo Tocornal. Algunos, como Juan Carlos, se pagaron el pasaje; a otros, como Francisco, Karadima les financio todo. En cualquier caso las comidas y el alojamiento del sequito corrian siempre por cuenta del sacerdote, quien los invitaba a comer a restoranes caros y les facilitaba alojamiento en instituciones religiosas.

Fue un viaje de tres meses que incluyo Madrid, Fatima, Lourdes, Paris, Roma y una ciudad cercana a Thalkirchdorf, una ciudad alemana donde la familia de los Kast tienen una casa, que igual que la de Puerto Varas, ponian a disposicion del cura.

El viaje contemplaba misas y rezos en iglesias europeas; compras de recuerdos religiosos y de relojes (la obsesion de Karadima), y tambien reuniones con curas y obispos amigos. En Roma, por ejemplo, pasaron una tarde tomando te con Francisco Javier Cox, el futuro obispo de la Serena, quien seria acusado de abusos sexuales en contra de ninos en 2002 y luego seria enviado a un monasterio en Suiza para vivir una vida de oracion y penitencia. Tambien en Roma cenaron con el sacerdote Felipe Bacarreza, la «regalia maxima» de Karadima en los anos 70, y quien en esos momentos comenzaba a distanciarse del cura.

Juan Carlos recuerda que cuando Karadima no se dedicaba a comprar musica y recuerdos, su obsesion era la Virgen. Por eso iba a Fatima y a Lourdes. Y en Paris nunca olvidaba la de la Rue de Bac. En su busqueda se salia de los circuitos oficiales. En Espana visito y converso por largas horas con una vidente que aseguraba que la Virgen se le habia aparecido y que a veces Jesus le concedia la gracia de poner en su cuerpo las misma yagas que el tuvo en la cruz. La mujer se llamaba Luz Amparo Cuevas y en esos anos aun no habia sido reconocida por la Iglesia. Tambien en Espana, Karadima visito en dos ocasiones a Jose Luis Urrutia, un jesuita minusvalido que entre otras cosas era un gran difusor de la aparicion de la Virgen a cuatro ninas de la localidad de Garabandal. A las ninas, como a las de Fatima, la Virgen les habia anunciado el fin de los tiempos.

En ese viaje, Gonzalo viajaba en un auto con Karadima y Guillermo Tagle, mientras Juan Carlos y Hans Kast lo hacian en tren, con el eurailpass. El grupo se reunia en los hoteles y cuando Karadima dormia la siesta, los jovenes salian a recorrer mas libremente la ciudad. A Juan Carlos le gustaba muchisimo encontrarse con Gonzalo y disfrutaban todo el tiempo que podian.

Al ano siguiente, Karadima volvio a decirle a Gonzalo que lo acompanara a su viaje a Europa. Los padres de Gonzalo le dijeron que esta vez no le iban a dar dinero. Karadima incentivo a Gonzalo a rebelarse, a decirles que ya estaba grande para decidir, pues tenia 21 anos. Juan Carlos recuerda que eso no funciono y entonces el sacerdote ideo otro plan.

«Se le ocurrio que Jaime, el hermano cura, le pidiera plata a su abuelo, Jaime Vial Espantoso. No recuerdo si era un adelanto de la herencia o que habran inventado, pero daba lo mismo lo que dijera, porque nadie se arrugaba para mentir en El Bosque, menos cuando Karadima te pedia que lo hicieras. Y uno decia, si el, que es un santo, te pide mentir, entonces esta bien, es por un buen motivo. El caso es que el abuelo le dio la plata, creo que en acciones, Jaime las vendio y le entrego el dinero a Gonzalo. En la pieza de Karadima se felicitaban cuando funciono el engano. Me acuerdo que Karadima le agarraba la mejilla a Jaime Tocornal, se la tironeaba y decia: “Miren que buen hermano, como se quieren los hermanos”. Y a Gonzalo le decia: “Tu le debes mucho a Jaime”».

La relacion entre Juan Carlos y Gonzalo se prolongo por cuatro meses mas. Para Juan Carlos sus sentimientos convivian con su vocacion y con la culpa. «Pero si para mi era dificil aceptar lo que sentia, para Gonzalo era mil veces peor, era imposible», recuerda Juan Carlos.

Un dia el joven presidente de la Accion Catolica no soporto mas lo que le ocurria y se confeso con Karadima. Luego le dijo a Juan Carlos que el sacerdote queria hablar con el de inmediato.

Juan Carlos quedo devastado. Aunque sabia perfectamente como funcionaba El Bosque, habia fantaseado con que podrian proteger esa relacion. Ahora se daba cuenta de que alli no habia espacio para ninguna otra fidelidad que la que se debia a Karadima, ni sentimiento alguno que no sucumbiera a su poder[2].

Su miedo mayor se hizo mas angustiante: ser rechazado por Karadima y quedar solo y sin la posibilidad de ser sacerdote.

Como Gonzalo era de los favoritos de Karadima, el cura sometio a Juan Carlos a una dura reprimenda a la vez que lo interrogaba en detalle: «Llegue llorando a mares, pensando “aqui se me acaba el mundo”. Y el cura me reto mucho y me dijo: “Ahora no se si vas a poder ser sacerdote. Tienes tejado de vidrio, vas a tener que hacer merito”».

Nunca mas Juan Carlos volvio a hablar con Gonzalo. Por orden del sacerdote solo podian saludarse. Durante los siguientes meses debio, segun describe, servirle de «esclavo» a Karadima. Debia ordenarle la pieza, acompanar a su madre en las tardes, llevarla a comprar, rellenar el libro parroquial, organizarle al cura «grupos agradables» en las noches de desvelo, es decir, seleccionar muchachos que se quedaran con el en la pieza con los que pudiera relajarse en la intimidad; estar a su completa disposicion. Uno de sus deberes era suministrarle sus remedios: «Le tenia que dar un Revitax para el reflujo; un Amparax para que se quedara dormido, y varios otros remedios todos los dias», recuerda Juan Carlos. Por cierto, debia confesarse muchas veces, en la pieza, con la cabeza pegada al pecho del sacerdote.

Finalmente Karadima decidio que Juan Carlos podia ser sacerdote y el joven formo parte de la cuarta generacion que el cura envio al Seminario en marzo de 1985. Juan Carlos cree que el motivo de fondo para dejarlo ir fue que a Karadima le importaba cada vez mas aparecer como el gran despertador de vocaciones y en Juan Carlos veia un numero. En ese grupo estaban tambien Hans Kast, Diego Ossa, Javier Barros y Samuel Fernandez[3]. A esas alturas el Arzobispo de Santiago Juan Francisco Fresno ya habia descabezado el Seminario, nombrando a Juan de Castro como rector y a Andres Arteaga y Rodrigo Polanco –hombres clave de Karadima– como formadores.

De ese modo, cuando la cuarta camada de jovenes de El Bosque partio al Seminario, habia alli fieles guardianes de Karadima, capaces de extender sus metodos de control y hacer su voluntad.

Haber logrado poner a sus hombres en el Seminario fue un salto gigantesco para el mandamas de El Bosque, pues era ahi donde su influencia perdia tension, como le habia pasado con Felipe Bacarezza y con Luis Lira.

Al enviarlos, Karadima les advertia que alli, aunque todos se formaban para ser sacerdotes, no eran iguales ni buscaban lo mismo. Juan Carlos Cruz recuerda esos dias: «Para el todos los demas o eran comunistas o no tenian el camino de la santidad que teniamos los de El Bosque. Solo nosotros teniamos el camino correcto: Karadima siempre decia: “Yo quiero que El Bosque haga arder a la Iglesia chilena por los cuatro costados. De aqui van a salir obispos y arzobispos”».

Similares recuerdos tiene el sacerdote Juan Debesa Castro, quien ingreso al Seminario en 1978. Debesa explica que en el Seminario «el mundo se me abrio y el padre Karadima me llamo para decirme que eso no era bueno, que mis amigos estaban en El Bosque». Al no aceptar sus ordenes, Debesa fue marginado: «El me distancio, igual que los demas seminaristas como Horacio Valenzuela, Juan Barros, Andres Ariztia y todos lo que llegaron despues provenientes de El Bosque».

Tambien Juan Debesa fue sometido a juicio. Al igual que Juan Carlos Cruz no olvida la fecha, pues la experiencia lo marco: «Fue el 12 de septiembre de 1981, un sabado en la noche». Debesa relata que estaban Karadima y los entonces seminaristas Andres Arteaga y Juan Barros. «Se me reprocho mi conducta por reunirme con personas que ellos no aprobaban. Se me dijo que no cumplia con las expectativas de ese selecto grupo y que era distinto a los demas. Esta reunion fue atroz para mi y se que Karadima despues mando una carta al Seminario diciendo que yo estaba loco. Debido a ello fui enviado al sicologo. Se que existian serias diferencias con el rector del Seminario de la epoca, Benjamin Pereira Correa, lo que de seguro motivo su posterior salida, en enero de 1984, cuando se nombro al padre Juan de Castro Reyes».

Con todo, para Juan Carlos ir al Seminario en vez de estar dia y noche atendiendo a Karadima fue un respiro. Y por su caracter amable y pacifico le fue inevitable hacerse amigo de otros seminaristas e ir abriendo las fronteras de su mundo.

Se hizo amigo de novicios como Alvaro Vilaplana, Tomas Cheres, Lalo Howards y de sacerdotes como Cristian Precht, Rodrigo Tupper y Cristian Contreras. Y al contrario de lo que habia aprendido en El Bosque, empezo a sentir que la fe no tenia que ver con el terror, ni tampoco con las formalidades a las que los obligaba Karadima. «Vi que el resto era mucho mas libre que yo, mas felices, pero que no por eso tenian menos fe», explica.

Las nuevas amistades de Juan Carlos no pasaban inadvertidas para Rodrigo Polanco, quien ejercia de guardian de la secta de Karadima en el Seminario.

«Rodrigo Polanco era el vigilante. Tenia montada una verdadera Gestapo», grafica Juan Carlos, quien luego se entero de que cuando se iba a conversar con un amigo por los jardines, los otros seminaristas de El Bosque lo espiaban por la ventana y le reportaban a Polanco, y luego este informaba a Karadima. Pronto, sus visitas a El Bosque al salir del Seminario, fueron de constantes retos. Karadima sabia todo, como si estuviera escondido en el Seminario, espiandolo.

«Me retaban todo el tiempo porque era demasiado amistoso. Y era constantemente juzgado por Polanco. Pero yo insistia en esas amistades porque para mi era un alivio. A Tomas Chers y a Lalo Howards (ambos son sacerdotes actualmente), les decia: “No puedo dejar que me vean con ustedes”. Al principio ellos no entendian esta locura».

La locura siguio su ritmo. Polanco, cada vez mas empoderado, lo vigilaba permanentemente. «Era una vibora, malo, malo, malo, al nivel de Arteaga», dice Juan Carlos. Cualquier detalle se transformaba en un gran escandalo.

Un dia el rector invito a Felipe Bacarreza, quien habia vuelto de Roma despues de trabajar en la Congregacion para la Educacion Catolica, a un desayuno con los seminaristas. Las relaciones entre Bacarreza y Karadima estaban ya rotas sin que nadie tuviera claro por que: pero todos sabian que estaba prohibido dirigirle la palabra al futuro obispo. Juan Carlos tuvo mala suerte. Llego tarde al desayuno y cuando iba pasando, el rector le dijo que se sentara en la mesa principal con el y Bacarreza.

«En dos segundos Polanco llamo a Karadima y le dijo que yo habia hablado con Felipe. Despues paso por mi pieza y me dijo: “El padre esta furioso contigo, te va a llegar el domingo cuando vayas, ?es que como se te ocurre!”».

Rodrigo Polanco lo reprendio duramente y Juan Carlos recuerda perfectamente como termino el prolongado reto, pues le dijo algo que le helo la sangre:

–Me dijo que te dijera que tienes tejado de vidrio.

Esa vez fue la primera de muchas en que Karadima le envio el mensaje de que habia empezado a revelar su secreto.

La vida de Juan Carlos se volvio un tormento.

«Estaba tan abrumado que habia pensado en suicidarme. Pero no me atrevia, no queria hacerle eso a mi mama, despues de haber perdido a mi papa. Pero yo estaba tan deprimido y veia el mundo tan negro que dije: “Me tengo que suicidar, como, no se”. Y resulto que me operaron de apendicitis y me entro una infeccion. Y mi cuerpo estaba tan sin defensas que la infeccion no cedia. Y yo dije, “perfecto, voy a dejar que esta infeccion me mate, esta es la salida”».

Su salud se debilito al extremo que el rector del Seminario le dijo a Juan Carlos que era mejor que se fuera a su casa a tratar de recuperarse, pues en el lugar hacia demasiado frio. Karadima se indigno pues odiaba que seminaristas retomaran contacto con su familia. Por eso, apenas Juan Carlos se pudo poner en pie, Karadima le ordeno que fuera a El Bosque y lo sometio a un juicio.

«Fue el 25 de octubre de 1987. Me acuerdo de la fecha exacta porque ha sido una de las cosas mas terribles que he vivido. Habia mas de diez amigos mios sentados en semicirculo: estaban Diego Ossa, Samuel Fernandez, Andres Arteaga y Javier Barros, entre otros. No recuerdo si estaba o no Rodrigo Polanco. Me hicieron sentarme en una silla, al frente se ubico el cura y detras de el, en semicirculo, todos los otros. Karadima empezo a retarme por los otros amigos que habia hecho en el Seminario. Me dijo: “Tu que tienes estos amigos, esas amistades particulares, Juan Carlos, tu tienes tejado de vidrio por todo lo que tu sabes. Pero yo no te voy a decir nada ahora, quiero que hablen todos los que estan aqui”».

Y uno a uno los amigos empezaron a criticarlo. Uno le dijo que se iba con sus «amistades particulares a lugares apartados»; otro le reclamo que estudiaba poco; otro lo acuso de haberlo visto confesarse con Vicente Ahumada a sabiendas de que el padre Karadima habia vetado a ese sacerdote; y no falto el que le dijo que era poco fiel a El Bosque y que le tenia poco carino al padre que le habia dado tanto.

«Pero lo mas fuerte era lo que me trataban de decir, sin decirlo: que yo estaba enamorado de mis amigos del Seminario. Me queria morir… No tenia duda de que Karadima les habia contado mi confesion y tampoco tenia duda de que pensaban ellos de mi. Yo tenia 24 anos y sentia que estaba acabado, que mi vida se habia acabado porque el me tenia amarrado».

El sacerdote y capellan de la Fundacion Las Rosas, Andres Ariztia de Castro, corroboro lo narrado por Juan Carlos Cruz ante la justicia: «Recuerdo haber estado presente en la situacion que ha relatado Juan Carlos Cruz, una encerrona del ano 1987, en que me llamo mucho la atencion la falta de discrecion de Karadima al referirse a este joven diciendo que tenia “tejado de vidrio”, la violencia del metodo y el grave abuso de la direccion espiritual. Recuerdo el impacto que ello me provoco pero yo no abri mi boca y nada comente. En todo caso eramos mas de seis los sacerdotes que participamos de eso y estabamos en la “salita del nuncio”».

Juan Carlos recuerda que despues de que todos terminaron, el dijo llorando: «?Perdon!».

«Casi me arrodille, y era horrible. Despues me fui al Seminario. No dormi en toda la noche. Me levante como a las 5 de la manana y le conte todo a Juan de Castro, el rector. Todo menos los abusos sexuales porque me daba demasiada verguenza», explica Juan Carlos.

El actual obispo auxiliar de Santiago, Cristian Contreras, hacia clases en ese momento en el Seminario y recuerda que Juan Carlos tambien le conto del «juicio» que le habian hecho: «Juan Carlos tocaba guitarra, cantaba, era alegre, pero al parecer esas conductas no eran vistas como convenientes para la imagen que debia dar, segun los paradigmas del sacerdote Karadima y constituian una falta de lealtad hacia el. Recuerdo lo doloroso que fue para Juan Carlos una amonestacion publica en la parroquia El Bosque por su conducta de apertura hacia otros seminaristas y sacerdotes», dice Contreras.

Agrega que el control que Karadima tenia sobre sus seminaristas «siempre fue tensionante en el Seminario». Y que a partir de ese relato las cosas se precipitaron.

El mismo dia que el rector Juan de Castro se entero por boca de Juan Carlos del juicio que le habian hecho en El Bosque, convoco a una reunion a todos los formadores y los puso en conocimiento del episodio. Luego hizo un informe y se lo envio al cardenal Juan Francisco Fresno. Karadima se entero de inmediato de lo que estaba sucediendo a traves de Polanco y Arteaga.

El obispo Cristian Contreras tambien supo del informe de De Castro, pero no que ocurrio luego con el: «No se que fin tuvo ese informe. Yo estaba ya en Roma. La historia es la historia y cada cual asume su responsabilidad; y no sere yo en llamar en causa a los muertos», dijo el obispo en una entrevista con los autores, seguramente en referencia a que tanto Fresno como De Castro ya fallecieron.

Es importante recordar que en ese momento el secretario personal del Arzobispo Fresno era Juan Barros, el mismo que segun testimonios de ex feligreses habria destruido una carta que en 1984 acusaba los abusos de Karadima.

Lo que si esta acreditado es que dos semanas despues de esa «correccion fraterna» a Cruz, el actual obispo castrense Juan Barros escribio una carta al Arzobispo Fresno y este envio una copia al Seminario. En ella informaba que dos jovenes de El Bosque se habian acercado a el para contarle que Juan Carlos los habia acosado sexualmente. Los denunciantes eran Guillermo Ovalle y Gonzalo Tocornal. Ya nadie mas le hablo a Juan Carlos. La orden de Karadima se cumplio.

El mismo Juan Carlos leyo la carta de Barros porque el propio rector Juan de Castro junto al sacerdote Vicente Ahumada lo convocaron especialmente para tratar la grave acusacion que formulaba el secretario del Arzobispo y le mostraron la carta: «Era tal mi angustia que no me acuerdo exactamente de todo lo que decia, porque me cerre. Se que la escribio Juan Barros y se que ellos (Ovalle y Tocornal) decian que estaban muy preocupados por mi por lo que les habia hecho»[4].

De Castro y Ahumada le creyeron. El obispo Sergio Valech intercedio ante Fresno para que Juan Carlos Cruz no fuera expulsado del Seminario, pero el dano estaba hecho. Juan Carlos nunca mas volvio a El Bosque. Durante meses de ese ano 1988 estuvo en cama recuperandose de su infeccion postoperatoria, se quedo un tiempo mas en el Seminario, pero finalmente decidio que no podia seguir. Durante todo ese tiempo los seminaristas de El Bosque no le dirigieron la palabra. Todo se habia acabado.

«Nunca me atrevi a romper directamente con la parroquia y con Karadima. Me falto valor, algo que incluso hoy me cuesta explicar», dice Juan Carlos[5].

En el momento de la derrota de Juan Carlos, Karadima habia probado una tecnica que le resultaria muy provechosa para destruir otras acusaciones: desacreditar al denunciante usando los puentes tendidos hacia la autoridad y la incondicionalidad de quienes lo rodeaban.

Veintitres anos mas tarde, esta vez en tribunales, el grupo cercano a Karadima intento desacreditar a Juan Carlos Cruz, uno de los principales denunciantes del sacerdote, repitiendo las mismas acusaciones con las que intentaron que fuese expulsado del Seminario.

El primero en mencionar el episodio fue el sacerdote Diego Ossa en su declaracion del 6 de mayo de 2010, ante el fiscal Xavier Armendariz: «Conozco a Juan Carlos Cruz, fuimos companeros del Seminario, donde el se retiro, ignoro las razones exactas, aunque su conducta no era de las mejores. Era algo amanerado, incluso Gonzalo Tocornal me conto que una vez le hizo proposiciones explicitas de caracter homosexual, de intenciones se masturbarlo, que este rechazo».

Tocornal, quien habia declarado ante el fiscal en la jornada previa, solo dijo que Cruz «era algo infantil y amanerado».

El 7 de mayo, un dia despues de que Diego Ossa lo acusara de acoso, Juan Carlos Cruz debio ratificar su primer testimonio ante Armendariz. Su sorpresa fue mayuscula cuando el fiscal lo interpelo sobre los dichos de Ossa, pues Cruz, en su primer escrito al tribunal (del 21 de abril de 2010) no habia mencionado ningun episodio referido a Tocornal. Tampoco habia aludido a Guillermo Ovalle. Fue en ese momento que Juan Carlos Cruz le revelo al fiscal el contenido de la confesion intima que le habia hecho a Karadima y con la cual este lo extorsiono, llevandolo al punto de querer suicidarse.

Dos semanas despues, Ovalle, de su propia iniciativa hablo ante Armendariz de cada uno de los denunciantes para terminar con Juan Carlos Cruz: «Una vez se me tiro al dulce», aseguro[6]. En abril de 2011, ante la jueza Jessica Gonzalez, insistio: «En una oportunidad en que estabamos varios en la pieza que ocupaba Juan Luis Cordoba yo ingrese al bano y tras mio ingreso Juan Carlos Cruz, se me acerco, me toco, intento besarme y lo aparte. Despues fui a la sacristia y se lo comente al padre Fernando, diciendole “Juan Carlos se me tiro al dulce”. No se lo conte en confesion. El padre me dijo: “Dile a Juan Carlos que venga a conversar conmigo”. No supe si ellos hablaron (…) Supe que el padre Karadima hizo gestiones para que Cruz no siguiera en el Seminario»[7].

La misma version del supuesto acoso de Cruz a Tocornal y Ovalle la repitieron varios sacerdotes y laicos del grupo de Karadima para desacreditar al periodista en tribunales. El sacerdote Andres Ferrada fue uno de ellos, y afirmo que esa fue la version que les entregaron, pero que ninguno de ellos le pregunto nada a Cruz.

Karadima tambien hizo el mismo relato ante la ministra Jessica Gonzalez.

«Jamas habria revelado la historia que tuve con ellos (Ovalle y Tocornal) ya que ambos ahora estan casados. Pero ellos inventaron cosas sobre mi y fueron a mentir ante la Iglesia y ante la justicia. Es por eso que hable», explica Juan Carlos.

Cuando James Hamilton lanzo su ofensiva, tambien intentarian destruir su reputacion. El orejero de la autoridad seria en ese momento Andres Arteaga, ya investido como obispo auxiliar, quien argumento muchas veces a favor de Karadima para convencer al Arzobispo Francisco Javier Errazuriz de que las acusaciones eran falsas. Errazuriz, por esos consejos, incluso suspendio la investigacion del caso en la Iglesia entre 2006 y 2009. Luego, cuando El Vaticano condeno a Karadima, Errazuriz reconocio su error y lo explico apuntando a Arteaga, aunque sin nombrarlo.

«Pedi y sobrevalore el parecer de una persona muy cercana al acusado. Mientras el promotor de Justicia pensaba que era verosimil la acusacion, esta otra persona afirmaba justamente lo contrario», dijo Errazuriz a la revista Que Pasa[8].

Es probable que Juan Carlos haya sido el primer denunciante en ser neutralizado por la potente red que Karadima habia creado y que tenia piezas clave en una decena de parroquias importantes, en el Arzobispado, en el Seminario e incluso sus contactos y complicidades llegaban al Vaticano, donde jugaba un rol relevante el secretario de Estado, Angelo Sodano. Pero la verdad es que Juan Carlos fue pisoteado por una maquina que ya venia funcionando desde hacia varios anos y que habia demostrado su eficacia para desacreditar a seminaristas y sacerdotes que no le obedecian al sacerdote. Karadima uso cada vez mas extensivamente esa red y con ello marco a fuego no solo a su grupo fanatizado, sino que produjo una herida en muchas zonas de la Iglesia Catolica.

El sacerdote Debesa reflexiono justamente sobre ese asunto, pues Karadima despues del juicio ordeno que nadie de El Bosque le hablara: «Situacion parecida le ocurrio, antes que a mi, al padre Rafael Vicuna Valdes, actual parroco de Llo-Lleo. Esta sancion moral que se me aplico duro por muchos anos en que se nos hacia sentir a los disidentes como que formabamos parte de un clero de segunda o tercera clase, y ellos, de primera categoria. Esta vision era propia de los sacerdotes formados en El Bosque y creo una separacion en el clero»[9].

Los antecedentes permiten hablar con propiedad de una red muy activa, que logro llevar sus infundios y maledicencias hasta el mismo Vaticano. Asi lo relata el sacerdote Andres Ferrada, quien fue enviado a estudiar a la ciudad catolica entre 2000 y 2006. Con verguenza recordo ante la justicia como Karadima le hacia hablar mal de algunos sacerdotes en la Santa Sede: «En Roma, Karadima me forzaba a traspasar informacion a ciertas personas importantes de la Iglesia, respecto de las cuales yo no tenia conocimiento personal. Hoy me averguenzo de haber accedido a hacerlo. Tengo que expresar, sin embargo, que nunca difame ni calumnie a personas y que siempre traspase la informacion diciendo que no la conocia de primera mano. Gracias a Dios, siempre estas informaciones se refirieron a miembros de la Union Sacerdotal y no a otras personas. En una ocasion el padre Karadima me pidio que hablara mal de un sacerdote no miembro de la Union Sacerdotal, por hechos que yo desconocia. Gracias a Dios en esa oportunidad me logre zafar de la peticion»[10].

Ferrada no quiso especificar sobre que personas Karadima le ordeno hablar mal ante la Santa Sede, pero de sus palabras surge una explicacion atendible sobre por que Karadima pudo actuar tan impunemente y durante tanto tiempo: un hombre enfermo solo puede extender su poder en una organizacion si la estructura esta enferma o si por algun motivo sus componentes estan paralizados por el miedo.

El sacerdote Cristobal Lira hablo de ese miedo cuando llego su turno de enfrentar a la justicia: «El ambiente de la parroquia El Bosque era de oracion y de amistad cuando eramos jovenes, luego, siendo sacerdotes, observe un ambiente raro donde se cultivaba una amistad ficticia entre nosotros. Ficticia porque no daba lugar a confianzas, porque estaba todo controlado y si uno disentia, inmediatamente era acusado. Habia un ambiente de exagerado respeto y devocion, combinado con un temor hacia el padre Karadima y hacia quienes estaban en su circulo mas cercano. La autoridad que ejercia el padre se imponia por venir de el, sin mayor discernimiento… Como parte del ambiente hay que destacar que en varias ocasiones se hablaba en doble sentido y con sobrenombres que no eran propios para un sacerdote ni para un cristiano, como por ejemplo, se hablaba del cueto, concepto de connotacion sexual; y en relacion a un sacerdote se le apodaba La gorda. Se hablaba mal de la gente, de los sacerdotes, de los obispos, con un sentimiento de superioridad hacia los demas. Ser de El Bosque era una etiqueta de superioridad»[11].

Esta iglesia de Karadima con su caterva de incondicionales logro su maximo despliegue y actividad en 2010, cuando el Arzobispo Francisco Javier Errazuriz se vio obligado a reactivar la investigacion en contra de Karadima, pese a que su obispo auxiliar Andres Arteaga le insistia en que todo era mentira.

Segun fuentes eclesiasticas, en los primeros dias de 2011, los obispos Juan Barros y Tomislav Koljiatic viajaron a El Vaticano para informarles a altos personeros de la curia que el Arzobispo Errazuriz habia perdido el control de la Iglesia chilena y habia demostrado toda su incapacidad al permitir que la investigacion siguiera avanzando.

Su compromiso y fidelidad a Karadima traspasaria luego nuevos limites.

***

Tras los clerigos mas comprometidos en la defensa de Karadima habia tambien una amplia masa de sacerdotes, como los que participaron en el juicio a Juan Carlos Cruz, cuya forma de cooperar era mirar para el lado, sin pensar siquiera en que estaban frente a una victima a la que habia que ayudar. Cuando se destapo el infierno humano que habia generado el sacerdote, emergio tambien la critica a la indolencia de los mayores que dejaron que jovenes quedaran expuestos al amo de El Bosque.

Cristobal Lira, uno de los primeros sacerdotes formados por Karadima, fue blanco de esa critica. Cuando era parroco de la iglesia Nuestra Senora de Las Mercedes, en Vitacura, a comienzos de los anos 90, una veintena de jovenes se sintieron atraidos por la idea de ser sacerdotes. Y todos ellos terminaron en la parroquia El Bosque, la mayoria teniendo a Karadima como director espiritual, sin que Lira les advirtiera lo que les esperaba.

La explicacion de por que jovenes de esa iglesia –mas conocida como Los Castanos– terminaron en El Bosque, permite entender tambien un mecanismo clave y poco conocido de la forma de operar de Karadima.

Ocurre que en 1991 Cristobal Lira fue trasladado desde Los Castanos a una parroquia de Maipu y el Arzobispo de Santiago designo en su reemplazo al sacerdote Andres Moro, que no era de El Bosque. Karadima, entonces, dio la orden de «evacuar» la parroquia, es decir, de convencer al maximo de jovenes para que dejaran a Moro solo y se fueran a El Bosque.

«Nos explicaron que la espiritualidad de El Bosque era mas afin con la busqueda en la que estabamos nosotros que la que ofrecia el padre Moro. Mucho tiempo despues entendi que habiamos sido ‘evacuados’, pues esa practica la vi en otras ocasiones», explica un sacerdote que pertenecio al grupo de Los Castanos.

El mismo religioso cuenta tambien que la evacuacion hacia El Bosque se facilito porque «Cristobal Lira nos hablaba mucho de Karadima, lo citaba, lo presentaba casi como un santo, por lo que nos parecia logico ir a El Bosque».

Uno de los «evacuados», el sacerdote Andres Ferrada, recordo detalles de esa estampida hacia El Bosque ante la jueza Jessica Gonzalez: «En diciembre de 1993, el padre Lira nos informo que vendrian tiempos de sufrimientos y que el Senor nos iba a pedir algo. Resulto que nuestro grupo paso a la parroquia El Bosque. Fuimos inducidos a sentir que en la parroquia en donde trabajabamos (Los Castanos) experimentariamos un cierto retroceso espiritual y por eso debiamos dejarla. En la practica esto se tradujo a poco andar en que el padre Karadima se hizo director espiritual de varios de nosotros».

Ferrada agrego que de ese grupo de jovenes varios entraron al Seminario sin decir que habian sido formados en Los Castanos. «En esto fueron apoyados y dirigidos por los padres Lira y Karadima, expresamente. La razon que se daba era la inconsistencia y falta de espiritualidad de los padres de la parroquia de Los Castanos. Hoy me parece que la idea era que el padre Karadima fuese considerado sino el unico, el mas importante formador y referente espiritual al que se le debia el bien que se hacia en la Iglesia»[12].

Es desde ese contexto que surge el reclamo que algunos sacerdotes le hacen a Lira. Creen que al menos el debio sospechar lo que ocurria alli, pues llego en 1975, antes aun que James Hamilton y Juan Carlos Cruz. Los testimonios de los denunciantes y de sacerdotes que rompieron con Karadima coinciden en senalar la cercania que Lira tuvo durante muchos anos con Karadima. Al punto que Karadima llamaba a Lira Tuki, un apelativo con el que tambien se referia a los homosexuales. A pesar de esas manifestaciones, Lira les predico a los jovenes de Los Castanos, bajo su direccion espiritual, solo maravillas de la obra de Karadima en El Bosque. Y finalmente, no hizo nada para impedir que todos ellos terminaran bajo el control del sacerdote como integrantes del circulo de esa parroquia.

Uno de los religiosos que se formo en Los Castanos con Cristobal Lira, lo encaro por su responsabilidad: «Una vez Cristobal comento que aqui todos eramos victimas. Yo le dije que si, pero tambien que habia gente que siendo victima era responsable. Porque nosotros teniamos 18 anos cuando llegamos a El Bosque. Pero habia personas mayores que sabian lo que alli ocurria. Lira no nos dijo nada».

En ese grupo de jovenes que fueron «evacuados» de Los Castanos, habia dos jovenes laicos sobre los que Karadima cayo como un aguila: Francisco Costabal y Jose Murillo. Costabal, el ultimo presidente de la Accion Catolica, se mantuvo al lado de Karadima hasta el final, incluso despues de la condena del Vaticano. Murillo partio a tiempo, en marzo de 1997, y se convertiria siete anos mas tarde en uno de los primeros denunciantes de Karadima.

?Que responsabilidad siente Cristobal Lira por lo que ocurrio despues con la generacion que el formo en Los Castanos?

Interrogado ante la justicia, Lira debio admitir que sabia lo suficiente como para recomendar a los jovenes no ir a esa parroquia: «Cuando estaba en el Seminario, adverti las tocaciones del padre Karadima en los genitales y en algunas oportunidades en mi persona. Eran palmetazos al pasar y tambien en el trasero». Lira describio tambien haber visto reiterados besos de Karadima a otros muchachos en la comisura de los labios. Respecto de los jovenes que el habia formado, puntualiza lo que ocurrio con ellos: «Yo se los presente al padre Karadima y luego que los incorporo a esa parroquia, me dejo de lado… tengo la certeza de que el padre Karadima les prohibia hablar conmigo y salir juntos de vacaciones y que el les hizo cortar todo vinculo con mi persona».

Hay otro incidente grave en que se vio involucrado Cristobal Lira. Para entender su trascendencia hay que saber que Karadima nunca vio con buenos ojos el talento que desplegaba este sacerdote para atraer a los jovenes y despertar vocaciones. Segun distintos testimonios, con el correr de los anos y visto el exito que obtenia su discipulo, Karadima se sintio amenazado. Por eso, cuando los jovenes de Los Castanos llegaron a El Bosque, Karadima asumio la direccion espiritual de la mayoria. En otras palabras, se los arrebato a Lira. Asi, cuando poco despues muchos de ellos llegaron al Seminario, estos pasaron a engrosar la larga nomina de vocaciones adjudicadas a Karadima. Una cifra que servia para alimentar otro mito: que Dios estaba actuando a traves de el.

Pese a los celos de Karadima, Cristobal Lira lo mantuvo como su guia espiritual y confesor. Y siguio asistiendo cada lunes a las reuniones de los sacerdotes de la Pia Union en El Bosque e incluso compartiendo con ese grupo sus vacaciones.

Todo cambio en 2007, cuando el entonces Arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errazuriz, decidio hacer un cambio en la parroquia Santa Rosa de Lima, ubicada en la comuna de Lo Barnechea, donde Jaime Tocornal oficiaba de parroco por casi 14 anos.

Segun fuentes del Arzobispado de Santiago, la decision de sacar a Tocornal de la Parroquia de Santa Rosa tuvo su origen en la conviccion de que este sacerdote habia transformado esa iglesia en una replica de El Bosque: se rodeaba de jovenes de buenas familias, rubios, guapos y muy obedientes; y al igual que Karadima, ejercia sobre ellos una dominacion que en el Arzobispado parecio excesiva.

«Jaime es de los sacerdotes mas fieles con que contaba Karadima. Su adhesion era completa. No creo que pensara realmente que Karadima era un santo, pero si un hombre iluminado: lo traia frecuentemente a colacion en sus homilias, repartia los CD de los retiros del padre… En el Arzobispado se definio lo suyo como “aficion desmedida”», explica un religioso que trabajo en el Arzobispado de Santiago mientras lo comando el cardenal Errazuriz.

Una feligresa que estuvo durante su juventud en El Bosque y que luego asistio a las misas de Tocornal en Lo Barnechea, corrobora lo anterior: «Tocornal era muy buena persona. Sin embargo, empezo a formar un grupo como el de Karadima, con una direccion espiritual erronea. Si ibas a El Bosque y Lo Barnechea, te encontrabas con lo mismo, ambientes eminentemente cerrados al extremo».

Segun recordo Lira, Karadima entendio que la decision del Arzobispo Errazuriz era un ataque en su contra: «El padre Fernando no podia ver al Arzobispo Errazuriz. El padre Karadima me dijo a mi y a otros sacerdotes que el cambio de parroco habia sido un castigo de monsenor Errazuriz hacia Tocornal. Esa parroquia era una sucursal de El Bosque. Karadima era continuamente citado e invitado a celebrar misa a dicha comunidad. Entonces sintio que ese cambio era tambien un ataque a su persona»[13].

Que sacaran a uno de sus sacerdotes favoritos de Lo Barnechea, molesto mucho a Karadima. Pero que su reemplazante fuera Cristobal Lira, desato su ira. Y la descargo sobre ese clerigo. Por de pronto, no lo dejo despedirse de la comunidad a la que habia guiado espiritualmente por casi una decada.

Asi lo relato Lira ante la justicia: «El padre Karadima me prohibio despedirme de los fieles de mi parroquia, Santa Maria Magdalena, de Puente Alto, lo que respete y cumpli. Pero a la ultima misa de todos modos llego una gran cantidad de gente. El padre me habia prohibido predicar y solo me habia autorizado a agradecer: pronuncie una homilia de agradecimiento a la comunidad en la cual no lo mencione. Horas despues me llamo y me reto, me dijo que era un mentiroso, que lo habia enganado y me atribuyo el haber organizado una despedida, lo cual no era cierto. El se entero de mi predica y de la misa porque habia enviado un espia a grabarla».

Karadima estaba desbocado. Lo mando a hablar con los sacerdotes Juan Esteban Morales y Diego Ossa, quienes continuaron reprendiendolo, insistiendole que se habia farreado la direccion espiritual del padre. «Diego me dijo que pasarian por lo menos dos anos antes de recuperar siquiera la confianza y la guia espiritual del padre», declaro Lira. «Eso se tradujo en que deje de confesarme y de conversar con el padre Fernando; en otras oportunidades no me recibia, fui aislado por algunos de mis hermanos sacerdotes y expresamente marginado por el padre Karadima de algunos eventos».

Pero Karadima no quedo satisfecho. Lo que vino a continuacion es uno de los episodios que retratan mejor el ambiente de secretismo y traiciones que se incubo en El Bosque. Grafica tambien lo que estaban dispuestos a hacer algunos miembros de su circulo cuando el daba una orden.

Karadima ordeno «evacuar» la parroquia de Lo Barnechea. Dejar a Cristobal Lira sin ninguno de los muchachos que se habian congregado en la Accion Catolica de esa iglesia durante los 14 anos que oficio de parroco Jaime Tocornal. La orden la dio en el verano, antes de que Lira asumiera su nueva destinacion. En momentos en que Tocornal, Karadima y el propio Lira disfrutaban juntos de las vacaciones estivales.

Recordando esa epoca, Cristobal Lira le dijo a los autores de este libro: «Yo le preguntaba a Jaime como era la parroquia, le pedia que me contara de ella y de sus feligreses, y aunque estuvimos todo el verano juntos, nunca me dijo nada. Simplemente no me hablo del tema».

Fue asi que Cristobal Lira llego a Lo Barnechea y debio observar impotente como los jovenes comenzaban a alejarse de su parroquia. Uno tras otro fueron desapareciendo, dejando las actividades apostolicas abandonadas. Nadie le dijo una palabra al respecto. Pero cuando Lira iba los lunes a la parroquia de El Bosque, veia a los jovenes de Lo Barnechea asistiendo a misa[14].

–El padre Karadima me dijo: “No tengo a ninguno de tus jovenes”. Pero yo sabia que si, porque los veia cuando iba para alla –conto apesadumbrado Lira a algunos sacerdotes.

A los jovenes, Tocornal les argumentaba que la vida espiritual de la parroquia comandada por Lira era muy pobre «y que habia que aprovechar los ultimos anos de santidad de Karadima»[15].

Pero el motivo central para emigrar hacia El Bosque era la acusacion de que Lira era peligroso para los jovenes porque era homosexual.

Asi lo atestiguo ante la ministra Jessica Gonzalez el ex feligres de El Bosque Sebastian Vial Cruz, quien empezo a ir a la parroquia en 1995 cuando estaba en cuarto ano de Teologia: «En algun momento el padre Fernando me pidio que no me acercara al padre Cristobal Lira porque tenia conductas impropias y, segun el, era homosexual, lo que no atendi. Hago presente que durante seis anos trabaje con el padre Cristobal Lira y jamas vi una conducta impropia y ningun rasgo de homosexualidad. En mi opinion el alejamiento entre ambos es el celo que el padre Fernando sentia por la labor pastoral del padre Lira, o sea, era un asunto de vanidad por el carino que la gente sentia por el padre Lira»[16].

En su declaracion Vial agrego: «Se que Juan Estaban Morales le dijo a un joven que el padre Lira era homosexual y tambien me consta que hubo una reunion de unos 60 jovenes para comunicarles lo mismo, la que habria realizado un sacerdote de El Bosque, pero ignoro quien».

Con el tiempo, algunos jovenes regresaron a la parroquia de Lira. Y al menos un par de matrimonios que asistia periodicamente a Lo Barnechea se sinceraron con el y le dijeron que efectivamente los jovenes que desaparecieron se habian ido por orden de Karadima. Le dijeron tambien que el instigador directo de esa «evacuacion» habia sido el mismo Jaime Tocornal.

«Todo esto te muestra cuan enfermo era el clima que generaba Karadima. Por una parte, tenias a Jaime Tocornal hablando estas cosas terribles de Cristobal Lira; y por otro, a Cristobal que seguia yendo todos los lunes a El Bosque e incluso se iba con Karadima, Tocornal y todo el grupo a un campo de los Tocornal», explica un sacerdote que supo de esta operacion de primera fuente.

Otro sacerdote de El Bosque, Andres Ferrada, tambien conocio este oscuro capitulo eclesiastico y lo narro ante la ministra Jessica Gonzalez para ejemplificar el poder que tenia Karadima sobre sus seguidores: «Era capaz de lograr que un dirigido suyo fuera a acusar a otro dirigido suyo. Por ejemplo el ano 2007, el padre Cristobal Lira, dirigido de Karadima y por entonces recien nombrado parroco de Lo Barnechea, entro en conflicto de sumision con el sacerdote Karadima. Por no hacerle caso absolutamente en todas las directrices que le impuso, recibio la ‘puncion’ de su padre espiritual de una corriente de calumnias acerca de su identidad sexual y logro que la mayoria de los jovenes de esa parroquia la dejaran y se fueran a El Bosque».

Ferrada anade que en esta campana contra Lira participo tambien el sacerdote Juan Esteban Morales: «Una bibliotecaria del colegio parroquial de Santa Rosa afirmo que un joven hablo con sus padres sobre lo que se decia de Lira. Estos recurrieron al padre Juan Esteban Morales, quien les aseguro que el padre Lira tenia problemas de identidad sexual y que era lo correcto dejar la parroquia».

Sacerdotes que hablaron con los autores de este libro creen que Lira supo, en su momento, de la operacion en su contra y que la acepto «porque tenia miedo de quedarse solo, miedo a que todo El Bosque se fuera en su contra. Miedo a una soledad aun mas fuerte de la que estaba experimentando cuando se le estaban yendo todos los jovenes de la Accion Catolica».

Pero hay otra explicacion para esta sumision: Cristobal Lira copio algunas practicas de su maestro, como toquetear los genitales de los jovenes. Y tenia miedo de ser denunciado.

Jose Murillo denuncio ante la justicia eclesiastica y tambien ante la justicia civil lo que le ocurrio con el sacerdote Cristobal Lira cuando el era estudiante secundario, durante un paseo en 1993 a Melipilla, a la casa de los padres del sacerdote Osvaldo de Castro.

«En una oportunidad en que nos encontrabamos orando cerca de Melipilla, en la casa de campo de unos de los jovenes del grupo, Cristobal Lira me toma la mano en forma paternal, la apoya en su muslo y comienza a acercarla a sus genitales. Llego a un punto de proximidad que me hizo retirar la mano y no paso a mayores. Esto fue cuando yo estaba en 4to medio, tenia 18 anos. A Alejandro Vial le ocurrio lo mismo que a mi, segun me conto en diciembre de 2010», dijo Murillo a la jueza Jessica Gonzalez.

Lira fue interrogado por este episodio por la magistrado Jessica Gonzalez el 3 de mayo de 2011: «Efectivamente fuimos a Melipilla, a la casa de los padres de Osvaldo de Castro, a una jornada. No recuerdo una situacion como la descrita por Murillo; jamas lo toque en forma indebida, un hecho tan grave lo recordaria. No tengo conocimiento de que exista en mi contra una acusacion formal en la Iglesia de Chile».

En ese interrogatorio, Lira fue consultado por otra acusacion del mismo tenor. El testimonio esta vez provenia del sacerdote Alejandro Vial. Asi respondio Cristobal Lira: «Conozco a Alejandro Vial, es sacerdote de la parroquia San Gabriel, fuimos muy amigos en Los Castanos, yo era vicario parroquial y el participaba como joven universitario. Perdi el contacto cercano cuando se fue a la parroquia El Bosque. En cuanto a si he tenido problemas de indole sexual con esta persona, me reservo la respuesta pues se trata de una interpretacion personal de el. Creo que el pudo interpretar un acto de afecto de mi parte en los anos 1994 y 1995, como un acto indebido».

?Que buscaba la jueza Gonzalez cuando interrogo a Cristobal Lira sobre esos episodios? Lo mismo que queria saber Veronica Miranda tras enterarse de lo que habia vivido James Hamilton. Lo mismo que inquieto a la prensa y a los sacerdotes e investigadores que se introdujeron en los tuneles de El Bosque: los sacerdotes formados por Karadima, la mayoria de ellos toqueteados en sus genitales como la cosa mas normal del mundo, ?eran complices involuntarios de los abusos de Karadima? ?O sabian todo? O peor aun, ?alguno imitaba a su lider?[17].

***

Diego Ossa llego de adolescente a la parroquia. Juan Carlos Cruz lo recuerda con su bolso y su ropa de colegio, corriendo y llegando atrasado a las actividades de la Accion Catolica, siempre alegre. James Hamilton dice que tenia una risa luminosa que fue desapareciendo con los anos. Y a Veronica Miranda se le ensombrece la mirada al nombrarlo pues fue su gran amigo hasta el verano de 2004, cuando ella y James Hamilton rompieron con Karadima y la parroquia. De hecho, a ellos dos fue a los primeros que Ossa bendijo apenas se ordeno sacerdote en la Catedral de Santiago.

Veronica no vio a Diego apagarse, como los otros, porque lo conocio de adulto: «Ya estaba mustio cuando yo llegue a El Bosque, pero tengo una amiga que lo recuerda como un joven lleno de vida, entretenido y guapo. Dice que todas las jovenes que iban a El Bosque se morian por el».

Diego Ossa partio al Seminario en 1985 en el mismo grupo de Juan Carlos Cruz. Ambos eran buenos amigos y Cruz recuerda que fue por eso que un dia, sentados en las escalinatas de la Parroquia El Bosque, hablaron de los besos cuneteados que Karadima les daba y los justificaron como una forma de mostrales que los queria, de que «eramos parte de sus privilegiados», dice Cruz.

Las conversaciones de jovenes sorprendidos o humillados a la salida de la habitacion del sacerdote, no se detendrian. Casi diez anos despues, en 1996, Fernando Batlle sostuvo un dialogo peor aun con su amigo Andres Sochting, hermano del sacerdote Julio, otro de los favoritos de Karadima. Asi lo narro ante la justicia: «Recuerdo que cuando tenia 18 anos, esperaba a un amigo que estaba en la habitacion de Fernando Karadima. Al salir, me dijo llorando que Karadima se habia sobrepasado con el, en su habitacion, ante lo cual yo le dije que lo confrontara ya que esa situacion no podia ser. Al dia siguiente me comento que lo habia confrontado y que Karadima le habia dicho que se fuera a confesar con el padre Francisco Errazuriz, Panchi, de las impurezas que habia tenido con un sacerdote. Ese amigo se llama Andres Sochting Herrera, quien a la sazon tenia unos 17 anos, aproximadamente en 1996».

Cuando Sochting fue interrogado sobre esta situacion, nego haber sido victima de Karadima y tambien haber tenido esa conversacion con Batlle: «Tengo una relacion de mucho carino y gratitud con el padre Karadima como la que tendria con mi abuelo o algun familiar cercano. Pero tocaciones sexuales para nada, nunca las sufri ni las vi».

El testimonio del sacerdote Andres Ferrada vino a respaldar, al menos en parte, lo narrado por Battle. Ferrada recordo que una noche del invierno de 1996 el y los sacerdotes Cristian Hodge y Antonio Fuenzalida subieron a la pieza de este ultimo en El Bosque, para revisar algo acerca de la pastoral de la parroquia en el dormitorio. «Era un sabado despues de misa, no mas alla de las 23 horas. La habitacion del padre Fuenzalida, vicario de la parroquial, se encontraba en el mismo pasillo del dormitorio del padre Karadima. El pasillo estaba bastante oscuro pero vimos a unos veinticinco metros a un joven que salia del dormitorio del padre Karadima, al que este despedia con abundantes besos en la mejilla o tal vez, como los llaman ahora, besos cuneteados (los besos parecian los de una mama a su hijo, abundantes y repetidos por largo rato). Los tres nos impresionamos al punto que retrocedimos hacia la escalera y esperamos un momento hasta sentir que el joven se retiraba y el padre Karadima cerraba la puerta (el joven bajo por otra escalera). Al llegar al dormitorio del padre Fuenzalida, este manifesto su sorpresa y vinculo la escena a la santidad del padre y nunca mas yo volvi a hablar del tema. El joven en cuestion era Andres Sochting, quien por ese entonces, me consta, era menor de edad»[18].

Otro testimonio da cuenta de que Sochting sufrio, ademas, una intensa manipulacion por parte del sacerdote. Se trata de la declaracion de Eduardo Bottinelli, quien asistio a El Bosque en los mismos anos que Batlle. Bottinelli relato ante la justicia que a el Karadima le impidio pololear argumentandole que su vocacion era el sacerdocio. «Lo mismo ocurrio con Andres Sochitng, a quien ordeno terminar con su polola. Este lo hizo pero luego de dos dias se dio cuanta de que era un error y retomo su relacion. El padre nos reunio a todos y nos dijo que Andres no estaba bien, que se habia alejado de Dios y no habia que hablarle. En esa reunion se encontraba presente Juan Esteban Morales, quien daba las mismas instrucciones de Karadima», agrego ante la jueza Gonzalez[19].

Siguiendo la misma conducta de Sochting, Diego Ossa nego ante la justicia que la conversacion con Juan Carlos Cruz sobre los besos de Karadima haya tenido lugar. Tambien nego que Juan Carlos hubiese sido sometido a un juicio en El Bosque[20]. Por el contrario, Ossa defendio a Karadima sin dudarlo: «Todos los que concurren a la parroquia lo hacen voluntariamente y se alejan y vuelven segun quieran. A nadie se le obliga ni se pasa lista ni hay que dar explicaciones si no se va. Menos hay una coaccion espiritual. Por la parroquia en 55 anos han pasado cerca de 500 mil jovenes».

Sobre James Hamilton, Ossa afirmo: «Fuimos muy amigos varios anos, es de caracter fuerte, muy decidido por lo que no me cuadra que haya dicho que fue obligado a hacer nada. Mas bien lo veo a el influenciando a un tercero».

Segun los acusadores de Karadima, Diego Ossa era uno de los jovenes que mas despertaba la obsesion del cura. Cuando se ordeno sacerdote, fue enviado a la Parroquia El Senor de Renca (1993-1996) y luego estuvo de parroco en la Iglesia Jesus Carpintero (1996-2009), en la misma comuna. Durante todo ese tiempo debia preocuparse del bienestar espiritual de las familias de la zona, en su gran mayoria de escasos recursos. Pero Karadima le exigia verlo diariamente. «Vivian juntos la mayor parte del tiempo, debiendo (Ossa) haber estado viviendo en la Parroquia Jesus Carpintero, a la que estaba asignado por el obispo. Al principio solo eran algunos dias, pero en 2008 y 2009 estaba la mayor parte del tiempo en la Parroquia El Bosque», describio ante la justicia el sacerdote Fernando Ferrada.

Un recuerdo similar tiene el sacerdote Francisco Walker que fue vicario de Ossa en Renca entre 1996 y 2000. Ante la justicia declaro: «Pude observar que Diego Ossa vivia en torno al padre Fernando. Creo que no habia dia del ano que no fuera a la parroquia El Bosque. Junto con eso en su actuar cotidiano era una copia fiel del padre Fernando. No tenia vida propia ni opinion distinta al padre Fernando»[21].

Testigos dicen que al despedirse, a veces, el sacerdote viejo le decia al sacerdote joven: «Tengo este reloj para acordarme de ti».

Tanto dependia Diego Ossa de su mentor, que cuando en 2009 operaron a Karadima del corazon, Ossa practicamente abandono Renca para ir a cuidarlo a El Bosque. Finalmente, en 2009, el sacerdote consiguio que el Arzobispado nombrara a Diego Ossa como vicario en El Bosque y asi pudo tenerlo todo el tiempo a su lado.

Carlos Espinoza Diaz llego a conocer bien a Diego Ossa en los anos en que este estuvo en Renca. Espinoza era muy asiduo a la parroquia –casi un empleado, pero sin sueldo–, y afirma que una de las primeras cosas que Ossa hizo al llegar, fue desarmar los grupos eclesiasticos de base que le parecian politizados. Varios feligreses reaccionaron mal. Diego Ossa no estaba acostumbrado a que la autoridad del sacerdote fuera cuestionada y empezo a tomar medicamentos para los nervios[22].

Segun el testimonio de Espinoza, Diego Ossa tambien era muy estricto en la direccion espiritual de los fieles. Pero lo cierto es que, fuera de eso, le parecia que el cura era un hombre bueno, piadoso y entusiasta. Diego Ossa estuvo once anos a cargo de esa parroquia y Espinoza los recuerda como una epoca en que todos se sentian muy cerca de Dios. La confianza que Ossa deposito en Espinoza era total, al punto que le entrego las llaves de la casa parroquial. Desde esa posicion, Espinoza afirmo en tribunales: «Debo testimoniar que nunca vi nada raro o escandaloso».

Sin embargo, en 2010, un ex feligres de la parroquia de Renca acuso a Diego Ossa de abuso sexual. A partir de ese momento la seguidilla de intrigas y procedimientos oscuros que se echaron a andar dejaron a Espinoza asqueado de lo que estaba ocurriendo en la Iglesia. Una sucesion de hechos en los que participaron Karadima, Diego Ossa, el obispo Andres Arteaga y el abogado Juan Pablo Bulnes, el laico mas cercano a Karadima, que segun sus propias declaraciones judiciales lleva 40 anos haciendose cargo de los asuntos legales de la parroquia El Bosque, ad honorem.

El acusador de Ossa era Oscar Osben Moscoso, quien conocio al sacerdote a los 14 anos, cuando este era parroco de la Iglesia El Senor de Renca. Osben conto mas tarde en tribunales que poco despues de conocerlo, Ossa le propuso que fuera su secretario y desde entonces tuvieron una relacion de mucha confianza. Como secretario pasaba varias horas con Ossa y este lo llevaba a sus encuentros familiares y tambien a sus reuniones en El Bosque. Osben recuerda que alli era muy bien acogido: «En algunas ocasiones me quede a comer con los mas cercanos de la Accion Catolica, en el interior de la parroquia. Me sentia muy cercano. Recibia un trato preferente porque el padre Diego era el sacerdote mas regalon del padre Karadima»[23].

A Osben el mundo de El Bosque le gustaba, aunque habia cosas que no alcanzaba a entender. Por ejemplo, muchos de los que rodeaban a Karadima, «eran profesionales de carreras muy valoradas en el mercado laboral y estaban trabajando dentro de la casa parroquial casi en funciones domesticas que estaban muy por debajo de sus competencias profesionales»[24]. Y el, a quien cada paso en la vida le habia costado mucho, no podia ver en esas acciones «ofrendas a Dios», que era la forma en que los jovenes de El Bosque interpretaban su decision de truncar sus talentos.

Fuera de eso, senalo ante el fiscal Armendariz, nada le indicaba que debia desconfiar. Por el contrario, al ver el lugar que ocupaba Diego Ossa en la magnifica espiritualidad de El Bosque, su figura habia ido creciendo en importancia en su vida: «Me sentia un elegido y, por lo mismo, me cuidaba de tener malos actos. Buscaba la santidad, rezaba el rosario, asistia a diario a misa, me hice muy cercano a Dios a traves de este padre. Era su secretario, su mano derecha, lo ayudaba en todo: tramites bancarios, cosas domesticas, reparaciones en la casa parroquial. Le ordenaba los remedios que tenia que tomar a diario, lo acompanaba a muchas partes, visitabamos enfermos. Incluso fui un par de veces a sus reuniones familiares».

Todo continuo asi hasta el verano de 2003, justo un ano antes de que James Hamilton decidiera contarle todo a su esposa.

Lo que ocurrio entonces, Osben lo detallo a la fiscalia en un texto que se inicia de este modo: «Con este relato no pretendo hacer dano, solo contar la verdad que me atormenta y averguenza hace anos».

Osben relato que Ossa, como todos los veranos, lo dejo a cargo de la parroquia mientras se iba de viaje con Karadima. El dia que regreso, estuvieron conversando toda la tarde del viaje y de las novedades de la parroquia, y al hacerse de noche, Osben, quien por entonces tenia 24 anos, se levanto para irse. Ossa le pidio que se quedara. No le parecio extrano. Muchas veces el joven laico dormia en la parroquia con ocasion de festividades que requerian engalanar la iglesia u organizar a los fieles. Era tan normal, que incluso Ossa habia comprado un sofa cama para que este lo utilizara. Osben se quedo y se durmio rapido.

«A eso de las 3 o 4 de la manana siento que me llama el padre Diego. Asustado llego a su pieza y me pide que me acerque. Le pregunte que pasaba. Me dijo que no me fuera, que me acostara a su lado, sobre el plumon. Le dije que ni loco. Luego me dijo en voz baja que me quedara tranquilo y puso su mano en mis genitales, por sobre mi calzoncillo comenzo a tocarme y a masturbarme. En ese momento quede congelado, asustado y en blanco. Me excite y eyacule. Yo mido 1,90 y en ese momento pesaba como 100 kilos, facilmente podria haberle pegado un buen combo, pero lo que ocurria me saco de toda logica. Jamas se me habria ocurrido que este padre, que para mi era de verdad mi papa, me podria estar haciendo semejante asquerosidad. Era una pesadilla».

Osben afirmo que esa fue la unica ocasion en que tuvo sexo con Ossa. Despues, relato, regreso al sofa, pero no durmio nada. En la manana acudio a su trabajo y en la tarde volvio a la parroquia y enfrento a Ossa.

«Me dijo que eran cosas que ocurrian, que no le diera importancia, que no se lo contara a nadie. Yo le dije que habia escuchado los casos de otros curas que habian hecho lo mismo que el conmigo. El dijo que esos eran defectos humanos de algunos curas, pero que eran mitos y mentiras».

El sacerdote Diego Ossa, declaro Osben, no reconocio ninguna responsabilidad por el incidente: le dijo que el se habia tomado una pastilla para dormir muy fuerte y estaba totalmente dormido cuando ocurrio todo. «Dijo tambien que yo tenia la culpa de haberme excitado y eyaculado y que me confesara de pecado de pureza», relato Osben a la justicia.

«Despues me pregunto si me habia confesado, a lo que dije que no. Me dijo que me confesara con el, pues no debia contarselo a otro cura. Me parecio medio absurdo, pues la situacion habia ocurrido justamente con el mismo, pero al final, ante su insistencia, me confese y le dije que anoche, con el, habia cometido un pecado contra la pureza pues el me habia dicho que el que habia eyaculado era yo. Luego me dio la absolucion y me dijo que me quedara tranquilo, que esto no iba a volver a pasar», declaro ante Xavier Armendariz.

Osben conto tambien que se alejo de Ossa y de la parroquia en forma paulatina hasta que en 2005 dejo de ir a esa iglesia porque se fue a vivir con su polola. Segun Oscar Osben, a partir de ese momento Diego Ossa empezo a llamar a su madre para decirle que se iba a ir al infierno por lo que estaba haciendo. Finalmente, Osben se caso ese mismo ano y Diego Ossa oficio la misa. Empezaron a verse de nuevo y muy pronto Ossa llevo a la pareja a El Bosque

«Nos presento en El Bosque como novios ejemplares, en una reunion de los miercoles y el padre Karadima me regalo un cheque de 400 mil pesos para la luna de miel», declaro.

Cuando nacio su hija, Diego Ossa le dijo a Oscar Osben que Karadima queria ayudarlo a pagar el parto. «Esta conducta generosa no era con todos y me quedaba la impresion que era para mantenerme contento y que no perdiera el vinculo con ellos», explico el denunciante a la justicia. Mas tarde se vera que esos regalos eran a cambio de ciertas diligencias.

Pese a estas dadivas y a que ya no pensaba en el incidente con Ossa, la compania del sacerdote no le gustaba: «Me sentia presionado ya que el padre me llamaba constantemente para invitarme a misa y tambien para pedirme que le hiciera diligencias».

Una de esas «diligencias» fue ir a espiar a un sacerdote, la que relato ante la magistrado: «En una oportunidad, el padre Diego Ossa a peticion del padre Karadima, me enviaron de espia a una misa en Puente Alto, para que verificara si en esa parroquia el sacerdote que se iba y cuyo nombre no recuerdo hacia una ceremonia de despedida, lo que tenia prohibido y para ello me entregaron un Ipod con microfono. Yo lo hice y le entregue la grabacion a Ossa quien despues me comento que habian llamado a este sacerdote y lo habian retado por desobedecer a Karadima».

El sacerdote espiado era Cristobal Lira. Osben no supo que con su declaracion ante la magistrada Gonzalez estaba confirmando la autoria de Karadima en la operacion de espionaje de la que fue objeto Lira en su misa de despedida de la parroquia Santa Maria Magdalena de Puente Alto. Un incidente que agudizo el quiebre entre ambos. El rol jugado por Osben en dicha intriga grafica la confianza que lo unia a Diego Ossa y tambien a Karadima.

Asi como Lira cortaba sus nexos con su grupo de referencia historico en la Iglesia, a partir de 2007 Osben casi no volvio a hablar con Ossa. La historia dio un vuelco, segun Osben, cuando en marzo de 2010, despues de ver a James Hamilton acusando a Karadima en television, llamo por telefono a su amigo Carlos Espinoza y le lanzo una bomba: «El padre Diego me hizo lo mismo que Karadima a Hamilton».

Al oir la historia Espinoza lo insto a realizar una denuncia en la Iglesia, pero Osben se nego afirmando que tenia miedo. Sin embargo, tiempo despues, cambio de opinion: continuo sin querer hacer una denuncia, arguyendo miedo, pero encontro valor para pedirle a Ossa una compensacion por lo que habia sufrido. Inicio entonces un nutrido intercambio de email con el parroco[25].

En el primero de ellos, enviado poco despues del programa Informe Especial, emitido el 26 de abril de 2010, Osben escribio: «Estoy destrozado. Me siento usado y defraudado. No se que hacer, pienso en denunciar todo lo que vivi. Pero no quiero hacer mas dano. Quiero que me indemnice. Oscar».

Y agrego como posdata: «No me llame, no quiero hablar, le tengo miedo. Prefiero comunicacion via mail».

El sacerdote Ossa no quiso entender lo que pretendia Osben, pues ese mismo dia replico: «Querido Oscar, mas rato te voy a escribir un mail ya que ahora tengo luego la misa y personas que atender. A todos nosotros nos ha dolido muchisimo ese reportaje tan infame pero no podemos derrumbarnos. Con el rosario en la mano pidamosle a la Virgencita que nos de paz en el corazon. Para mi es como si hubieran matado al padre Fernando. Las personas tu las conoces y la justicia esclarecera la verdad. Dios te bendiga y unidos en la Oracion. P. Diego».

Luego Ossa volvio a escribir un texto en el que insistia sobre lo mismo: «Querido Oscar, antes que nada agradecerte por la confianza de escribir y el apoyo que senti de tu parte cuando me llamaste dias atras cuando se supo esta lamentable noticia. Creeme que han sido los dias mas dolorosos de mi vida ya que ha sido una verdadera lapidacion y crucifixion publica de un sacerdote que durante 51 anos ha hecho puro bien a la Iglesia y a los mas pobres. No ha tenido el mas minimo derecho a defenderse y se ha mancillado su imagen publica. (…) Son momentos en que la Iglesia entera esta siendo atacada, incluyendo al Santo Padre, ya que esa sociedad sin Dios quiere desacreditarla y asi poder implantar tantas leyes que van contra los mandamientos de la ley de Dios (aborto, uniones indebidas, etc) (…) Un programa como el que dieron nos debe llevar a rezar mucho mas. Hay que echar las anclas para no hundirnos. Esas anclas son los tres amores blancos (Eucaristia, Maria Santisima y el amor a la Iglesia) que siempre hemos aprendido de su predicacion. (…) No te desalientes y cuando vengas a Santiago pasa a verme y podemos conversar un pocos mas».

Osben decidio ser muy directo y breve: «OK. No me entendio. Sabe perfecto a lo que me refiero. En la carta que le enviare le refrescare la memoria».

No hay registro documental de esa carta. Pero es claro que Ossa pudo ver lo que se le venia.

Por las declaraciones que al respecto formularon los protagonistas de esta historia ante la justicia, se sabe que en el momento en que Ossa informo de la situacion a Karadima, este le dijo a Juan Pablo Bulnes que interviniera. En esos momentos Karadima ya no era parroco de El Bosque, pues en 2006 el Arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errazuriz, le habia pedido que dejara el cargo. Su reemplazante era Juan Esteban Morales. Pero Karadima seguia mandando, controlando todo, imponiendo su voluntad sobre que se hacia y que no, tal como en 2010 lo afirmo Patricio Vasconcellos, empleado de la parroquia: «El parroco es el sacerdote Juan Esteban Morales, pero el padre Fernando Karadima, aunque oficialmente no tiene cargo, es quien verdaderamente manda hasta el dia de hoy».

Por lo mismo, aunque en los relatos judiciales sobre lo que se hizo en El Bosque a partir de las acusaciones de Osben, el abogado Juan Pablo Bulnes asume las decisiones principales, nadie cree que lo que ocurrio se hizo sin que Karadima diera su aprobacion.

En la comunicacion que sostuvo con el abogado Bulnes, Oscar Osben aseguro que estaba sicologicamente muy afectado, ante lo cual Bulnes le consiguio atencion siquiatrica gratuita en Linares. Osben respondio que no necesitaba eso sino dinero: «La verdad es que analizamos el tema con mi esposa y solo necesitamos la ayuda que detallamos en correos anteriores. Le solicito entonces que puedan ser lo mas agiles con la solicitud y que me digan claramente cuanto y cuando sera entregada (…) Estamos muy atribulados con lo detallado y seria lamentable para todos que me llegaran a embargar el auto y la casa. Asi que le insisto que sea rapido el asunto para tranquilidad del padre y mia».

Dias despues le insistio: «Don Juan Pablo, espero que para este lunes tenga respuesta acerca de mi ayuda ya que me estoy poniendo muy nervioso».

Sobre estas amenazaza veladas, el abogado Bulnes declaro luego a la justicia: «La ayuda entregada a Osben fue por razones humanitarias, entendida su apremiante necesidad y la apreciacion que hice yo de que su afliccion era tan justificada y tan grande que no solo estaba expuesto a perder su casa y auto que eran sus bienes principales, sino tambien su familia por el distanciamiento con su mujer, y, ademas, su propia integridad personal ya que manifesto que se “iba a ir”, lo que interprete como terminar con su vida».

La verdad es que Osben estaba pasando por graves dificultades economicas. Pero en sus emails no parece estar pensando en matarse, sino en explicitar su decision de que Diego Ossa es la salida para su apremiante situacion. Asi lo manifiesta en el siguiente correo enviado al abogado Juan Pablo Bulnes en mayo de 2010, en el que no deja dudas acerca de lo que necesitaba. Bajo el titulo «detallo productos que pido ayuda para solucionar», envio una minuta que dificilmente puede leerse como una carta suicida.

En la lista incluye un credito hipotecario del BBVA por 23 millones de pesos, otro credito de consumo del Banco Santander por 5 millones de pesos; un credito automotriz por 4 millones de pesos y deudas a una serie de personas, lo que sumado a la peticion de capital para iniciar un trabajo por 53 millones, llega a un total de 100 millones de pesos.

De estas negociaciones se entero Carlos Espinoza a traves del mismo Osben, quien se ufanaba de lo que estaba logrando. Espinoza no estaba de acuerdo con lo que ocurria y puso sobre aviso a un sacerdote en quien tenia confianza: Fernando Ferrada, el vicario de la iglesia Jesus Carpintero, la misma en la que hasta 2009 habia estado destinado Diego Ossa. Ferrada tambien habia sido formado por Karadima, pero se habia comenzado lentamente a distanciar intelectual y afectivamente del sacerdote despues de que este lo enemistara con su hermano, tambien sacerdote, Andres Ferrada.

Interrogado por la fiscalia, Ferrada dijo que al enterarse de lo que ocurria decidio hablar directamente con Ossa. Conversaron un lunes, durante la reunion semanal en El Bosque. Ossa le dijo a Ferrada que lo estaban extorsionando con mentiras, pero que aun siendo todo falso, no le era posible denunciar a Osben.

«Diego nego todo en cuanto a lo sexual –declaro Ferrada ante el fiscal Armendariz– pero me dijo que le iba a entregar dinero a Oscar como una ayuda por una situacion de riesgo de suicidio. Diego me dijo que en otras circunstancias el denunciaria esto, pero que ahora no porque seria sepultar al padre, en referencia a Karadima, pero ignoro por que relaciono una cosa con la otra. Le dije a Diego que confiaba que este asunto lo iban a solucionar usando la moral cristiana catolica»[26].

Segun se acredito luego, Osben recibio al menos 20 millones de pesos, aunque es probable que haya recibido mas. Durante todo ese tiempo, Osben se justifico ante Espinoza con el argumento del suicidio. Pero Espinoza le respondio que no era cierto lo del suicidio y que, con su actitud, podia danar mucho a la Iglesia. No obstante, los pagos siguieron.

«Se perfectamente que Oscar ni estaba deprimido ni tenia enfermedad alguna», dijo Espinoza ante la fiscalia[27]. Y agrego que Osben «jamas ha amenazado ni ha forzado al padre Ossa a pagar, mas alla de decirle que quiere una compensacion; en lo personal pienso que si Ossa pago dinero, sera por algo».

Segun Espinoza, le constaba que, aparte de dinero en efectivo, le cancelaron a Osben sus deudas automotrices. Escandalizado, Espinoza volvio a hablar con el sacerdote Ferrada, quien esta vez decidio informar de los hechos al obispo Andres Arteaga.

«Le relate los hechos y el me dijo que habia muchas falsas acusaciones. Me dijo “que se arreglen entre ellos y no nos metamos nosotros”. Le dije que el era obispo y me senalo que el haria lo que tenia que hacer. No supe si el obispo hizo algo», explico Ferrada ante la justicia[28].

Pero esa no fue la unica vez que Ferrada le pidio a Arteaga que interviniera. Tiempo despues, Carlos Espinoza, quien se habia ido a trabajar a El Bosque, fue despedido por Karadima y exigio 3 millones de pesos como indemnizacion, dinero que le entregaron sin problemas. Al irse, envio una durisima carta a Diego Ossa en la que le recrimino el dinero entregado a Osben: «Le ha hecho un dano enorme a la Iglesia al pagar por el silencio de una situacion que es indigna de usted como sacerdote». Pero Espinoza no se detuvo ahi pues aprovecho la misiva para enrostrarle varias actitudes poco cristianas que vio en El Bosque, entre ellas, una que el vivio al dia siguiente del terremoto de magnitud 8,8 que sacudio a Chile a fines de febrero de 2010: «Como entiende usted que el dia del terremoto, mientras la gente estaba desesperada, sin comida, preocupada por los muertos, por sus familias, usted y el resto de los padres estuvieran comiendo pechuga de pavo, y ademas le reclamaran a la cocinera que el pavo le quedo muy seco… Por Dios».

Diego Ossa le dijo al sacerdote Fernando Ferrada que queria mostrarle la carta que le habia enviado Espinoza. Ferrada no quiso leerla. Miro a su amigo sacerdote y desconfio del asunto en que estaba involucrado. «No quise que me metiera en algo asi, pues lo vi turbio», explico luego ante la fiscalia.

Fue entonces, a fines de mayo de 2010, que Ferrada decidio acudir nuevamente a los consejos del obispo auxiliar Andres Arteaga: «Me escucho aunque en ese momento recibio un llamado avisandole de una noticia en el diario que lo puso nervioso; me dijo que yo no diera nombres de esto y me dijo por segunda vez que el haria lo que tenia que hacer».

Despues de esa breve conversacion, Fernando Ferrada no se quedo tranquilo y pidio una cita con el Arzobispo Francisco Javier Errazuriz: «Fui a hablarle como religioso y el me dijo que era correcto haberselo contado al obispo Arteaga y me agradecio haberselo dicho a el. No me dijo de algun curso de accion concreto, pues le pregunte si yo tenia que hacer algo y me dijo que me quedara tranquilo. No se si habra hecho algo», le dijo a la ministra Gonzalez.

El sacerdote agrego un detalle sobre la conversacion con el Arzobispo: «Monsenor Errazuriz me manifesto su idea de que no fuera a declarar ante el fiscal, pero me dijo que eso lo decidiera en conciencia. En definitiva preste declaracion ante el fiscal Armendariz y luego, tambien, presente este caso por escrito a la Iglesia».

No hay antecedentes de que el Arzobispo haya hecho algo al respecto. Por lo pronto, no logro detener ni las amenazas, ni los pagos. Tampoco inicio una investigacion por las acusaciones ni puso en conocimiento de la justicia lo que hacia Osben, aunque se parecia mucho a una extorsion. La autoridad guardo silencio. Fueron sus sacerdotes los que actuaron con la decision y la etica que el no supo encontrar. El silencio, sin embargo, no logro detener el escandalo. Y el caso Ossa-Osben con sus millonarios pagos estallo durante un interrogatorio a Karadima.

Asi ocurrio en junio de 2010, cuando el sacerdote todavia tenia muchos partidarios y en la Iglesia se seguia defendiendo su inocencia. Karadima debio admitir que sabia de los pagos hechos a Osben y tambien de otros pagos realizados a empleados de la parroquia que podian haber sido testigo de los abusos de los que se le acusaba.

En su declaracion del 29 de junio de ese ano, Karadima reconocio que a Oscar Osben se le dio «una suma de dinero, por intermedio del abogado Juan Pablo Bulnes, porque le hizo como un chantaje al padre Diego Ossa, porque seguramente dijo que el padre Ossa le habia hecho algo indebido…. Se le dieron 10 millones de pesos».

Tambien admitio que a la cocinera Silvia Garces, esposa del sacristan, «se le compro una casa y se le arreglo. Se invirtio no menos de 20 millones. Lo hice porque yo lo quise, tiene una familia grande y vivian muy apretados en el departamento y le estoy muy agradecido por lo bien que se porto con mi madre». Un posterior informe de Investigaciones determino que a Silvia Garces se le pagaron en verdad 29 millones de pesos[29].

Silvia Garces era de extrema confianza del sacerdote pues no solo atendia a su madre sino que era la unica persona –aparte de Karadima– que podia entrar a la casa de esta, una vez que la mujer murio. El lugar permanecio por anos tal cual como lo dejo la madre del sacerdote, como una especie de santuario, pues Karadima no autorizo que nadie moviera ni un solo objeto. Una prohibicion que hizo extensiva a sus hermanos.

Segun Patricio Vasconcellos, quien desde 2004 trabajaba en El Bosque como secretario parroquial, Silvia Garces conocia otros secretos ya que a el mismo le relato, cuando estaba en compania de otro empleado de la parroquia, que en una oportunidad llego al comedor y vio a Karadima sentado y al sacerdote Diego Ossa de pie frente a el: «Silvia dijo que Karadima le pasaba la mano a Ossa por la parte interna del muslo».

Vasconcellos tambien recordo que «la senora Ana Riquelme (tambien cocinera) nos comento a Carlos Espinoza y a mi que habia visto en un pasillo cerca de la cocina al padre Julio Sochting que estaba conversando para callado con un joven que no pudo identificar y le estaba sobando el trasero. Cuando la vieron, el sacerdote Julio se alejo del joven y se quedaron callados».

Ante la ministra Gonzalez, Ana Riquelme confirmo la historia el 28 de marzo de 2011. La situo en la Sala del Nuncio: «Vi a un joven agachado y apoyado en una mesa y detras de el al padre Julio quien le tenia sus manos puestas en la cintura»[30].

Silvia, sin embargo, nego haber visto nada. Y afirmo que lo que narro a sus companeros de trabajo solo era una broma.

Karadima tambien reconocio haber pagado 13 millones de pesos a la encargada de las finanzas de El Bosque, Maria Jose Riesco Bezanilla, quien por decadas llevo tambien las cuentas personales del mismo Karadima. Riesco es una mujer de confianza y que sabe guardar secretos. A comienzos de los anos 70, cuando se encontraba residiendo en Argentina, fue informante de la DINA. Asi lo muestra un correo del jefe de la red DINA en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel, a su base en Santiago y cuyo original esta archivado en los tribunales argentinos: «Envio fotocopia de cheque pagado por Ciga a Maria Jose Riesco Bezanilla, chilena, por informaciones que esta entregaba a Ciga sobre chilenos en la Universidad (de Buenos Aires, UBA)».

Ciga es Martin Ciga Correa, jefe de seguridad de la Universidad de Buenos Aires y uno de los jefes del grupo de corte fascista Milicia Nacionalista, que integro la Triple A. Por esos dias de 1974 recolectaba informacion sobre chilenos en el exterior que pudiesen ser peligrosos para la dictadura de Pinochet para mantenerlos bajo vigilancia. Maria Jose miraba y hablaba. Y le pagaban por eso. Y el hombre a quien reportaba (Ciga Correa), fue procesado anos mas tarde por secuestro y homicidio de estudiantes de la UBA, y aparece tambien vinculado al homicidio del general Carlos Prats y su esposa, ocurrido en septiembre de 1974.

Cuando en el tribunal le preguntaron a Maria Jose Riesco el motivo por el que Karadima le dono 13 millones de pesos en mayo de 2009, ella explico: «Pienso que el esta pensando que le va a llegar su hora y por eso realiza estos actos de caridad en vida». La mujer se preocupo si de precisar que el dinero que le dio Karadima era de un cheque de su cuenta corriente personal. No de la cuenta de la parroquia[31].

El ultimo pago que reconocio Karadima fue entregado al ya citado Patricio Vasconcellos: «Le hemos hecho otras regalias, como mejorarle el departamento en octubre o noviembre del ano pasado, no se invirtio mucho, seria de 8 a 10 millones».

Tras este interrogatorio la fiscalia inicio una investigacion para determinar si los pagos se habian hecho para ocultar informacion para el juicio. Dicha investigacion concluyo que el dinero fue cancelado antes de que partiera el trabajo de la fiscalia, por lo tanto, era imposible sostener que la intencion era ocultarle informacion a un fiscal que aun no comenzaba su trabajo. Sin embargo, la investigacion eclesiastica si se habia iniciado cuando estos dineros se «donaron», lo que si bien no constituye un delito, si configura una de las situaciones oscuras y no aclaradas que rodean el caso.

Tiempo despues de ese careo, el Arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errazuriz, le pidio a Karadima que abandonara El Bosque hasta que todo se aclarara. Aunque el Arzobispo nunca especifico el motivo, es claro que estas confesiones, a las que habria que incluir el relato que le hizo el sacerdote Andres Ariztia del despojo de su departamento en Vina del Mar, lo hicieron darse cuenta de que Karadima, pese a que ya no era el parroco, usaba la parroquia y los dineros de El Bosque a su antojo.

Fuera del lugar que habia sido su reino por casi 60 anos, Karadima empezo a pasar sus dias en los campos de quienes le seguian siendo fieles pese a las pruebas que empezaban a acumularse. Su primer refugio fue el fundo de los Costabal. Tambien seria acogido en el fundo de la familia Bulnes Cerda y en El Guindal de Calle Larga, perteneciente a la familia Browne. En todos esos lugares permanecia poco tiempo, pues una vez que los medios descubrian su paradero, habia familiares de esos clanes que reaccionaban molestos al verse involucrados con el otrora santo. En El Guindal, por ejemplo, fue recibido por Maria Victoria Browne, quien junto a su esposo Juan Ignacio Lira, eran antiguos feligreses de El Bosque. Pero Carolina Browne, hermana de la primera, no estaba de acuerdo con la invitacion, y asi lo hizo saber a la revista Que Pasa en noviembre de 2010: «Con su decision, mi hermana nos esta exponiendo como familia. Es una tontera lo que hace», senalo[32].

Con todo, Karadima permanecio un buen tiempo en Calle Larga. Alli era visitado por el obispo auxiliar de Santiago, Andres Arteaga, y los sacerdotes Samuel Fernandez y Juan Esteban Morales. Pero el que jamas faltaba era Diego Ossa. Tal como antes abandonaba la parroquia de Renca para irse a El Bosque, ahora terminaba a las carreras su servicio en El Bosque y partia al campo todos los dias, llevandole a Karadima los alimentos que le preparaba especialmente Silvia Garces en la cocina de la parroquia.

Diego Ossa siguio siendo fiel a Karadima hasta el final, es decir, hasta que el fallo del Vaticano condeno al sacerdote que controlo con mano ferrea al selecto circulo de El Bosque por decadas y le impidio seguir teniendo contacto con sus seguidores. Es muy probable que el incidente con Oscar Osben y la forma en que se conocio, lo hayan amarrado definitivamente a la suerte de su mentor, haciendo imposible que intentara alejarse como hicieron otros que estaban tanto o mas cerca de Karadima.

Referencias

[1] A comienzos de los anos 80 normalmente lo acompanaban a las cenas Gonzalo Tocornal y Francisco Prochaska, el primero porque era su favorito antes de la llegada de James Hamilton y el segundo porque manejaba.

[2] Para explicar por que le habia contado a Karadima tantas intimidades, James Hamilton dijo: «?Por que le contaba todo? Porque Fernando Karadima era el representante de Dios; era mi director espiritual y mi confesor. Tenia que decirle todo, y no conceptualmente, sino todo, con todos los detalles». Sus palabras sirven para entender los motivos de cualquiera que haya revelado sus secretos mas personales al parroco de El Bosque.

[3]Tambien formaba parte de ese grupo Salvador Gutierrez quien se retiro del Seminario antes de ser ordenado.

[4] Juan Carlos esta convencido de que Juan Barros envio esa carta por orden de Karadima. Y en un careo con Guillermo Ovalle este ultimo confirmo parte del hecho pues dijo que habia visto a Karadima haciendo gestiones para que a Juan Carlos lo sacaran del Seminario.

[5]«En esto quiero ser muy claro –declaro Juan Carlos Cruz ante Xavier Armendariz– me retire voluntariamente del Seminario y mi conducta alli fue intachable: nunca se me castigo por nada y nadie puede imputarme algo indebido en esa epoca». Declaracion del 7 de mayo de 2010.

[6] Declaracion ante el fiscal Xavier Armendariz del 20 de mayo de 2010.

[7] Declaracion ante la ministra en visita Jessica Gonzalez del 20 de abril de 2011.

[8]«En un primer momento, peso el renombre que tenia el padre Karadima», entrevista de Ana Maria Sanhueza al cardenal Francisco Javier Errazuriz, revista Que Pasa, 25 de febrero de 2011.

[9] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 19 de mayo de 2011.

[10] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 19 de mayo de 2011.

[11] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 3 de mayo de 2011.

[12]En su declaracion a la jueza Gonzalez, realizada el 8 de abril de 2011, el sacerdote Andres Ferrada dijo que el Arzobispado sabia de esta adulteracion en el origen de los seminaristas: «Tome conocimiento y fue algo publico, que el senor Arzobispo de eses entonces consintio a tres de los postulantes de “Los Castanos” presentarse al Seminario sin referencia a esa parroquia». El Arzobispo a quien hace referencia Ferrada es Carlos Oviedo Cavada, que dirigio la iglesia chilena entre 1990 y 1998.

[13] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 3 de mayo de 2011.

[14] En la declaracion que el sacerdote Cristobal Lira presto el 3 de mayo de 2011 ante la ministra Jessica Gonzalez, relato: «Es efectivo que en el ano 2008 el padre Karadima hizo correr la infamia de mi identidad sexual, se concretamente que dijo que los jovenes de la Parroquia Santa Rosa debian irse del lugar porque yo era homosexual. El llamo personalmente a padres de esos jovenes para comunicar esta infamia y lo hizo tambien a traves de otros sacerdotes de la Union Sacerdotal. Tengo conocimiento de que el padre (Juan Esteban) Morales, al ser consultado sobre esto, dio a entender que era fectivo y no lo nego. Lo se por parroquianos que hablaron con el».

[15] Declaracion del sacerdote Cristobal Lira ante la ministra Jessica Gonzalez del 3 mayo de 2011.

[16] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 6 de mayo de 2011.

[17] Respecto de Cristobal Lira los autores quieren precisar lo siguiente: Intentamos en varias ocasiones hablar personalmente con el sacerdote Cristobal Lira sobre estos y otros testimonios que habiamos recogido sobre su paso en El Bosque y su distanciamiento con Karadima. En dos oportunidades nos dejo esperando varias horas en su parroquia en Lo Barnechea para despues salir por otra puerta sin avisar. Hasta que en la ultima busqueda, insistimos y nos recibio. Fue una conversacion larga y entrecortada que culmino cuando nos explico que su ultima declaracion ante el fiscal Xavier Armendariz en 2010 debio anularla pues coincidio con un partido de Chile en el Mundial de Futbol de ese ano. Nos pidio que mantuvieramos en reserva el contenido de nuestra conversacion. Y cumplimos, salvo la breve declaracion que viene en este mismo capitulo la que autorizo publicar.

[18] En su declaracion el sacerdote Ferrada explica que esta situacion ya se la habia relatado al fiscal Xavier Armendariz, pero sin decirle el nombre, pues en ese momento Andres Sochting habia negado todo. Sin embargo los hechos posteriores le hicieron entender que debia relatar toda la historia y asi lo hizo ante la ministra en visita Jessica Gonzalez, el 8 de abril de 2011.

[19] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 24 de mayo de 2011.

[20] El sacerdote Samuel Fernandez reconocio haber participado en el juicio, al que llamo «correccion fraterna».

[21] Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 24 de mayo de 2011.

[22] Segun dice Espinoza, esa presencia politica le hacia mal: «Diego Ossa tomaba demasiadas pastillas y, segun me conto, eran pastillas que el medico le recetaba por una enfermedad que adquirio al llegar a la parroquia ya que habia demasiada tension politica. Los grupos que no tenian que ver con la fe quedaron fuera de la iglesia».

[23] Su testimonio escrito y que entrego a la justicia tiene fecha 14 de junio de 2010, lo ratifico el 29 de ese mismo mes ante el fiscal Xavier Armendariz y luego hizo lo mismo ante la magistrada Jessica Gonzalez.

[24] Declaracion ante el fiscal Xavier Armendariz del 29 de junio de 2010.

[25] Copias de casi todos esos correos electronicos, en los que tambien participa el abogado Juan Pablo Bulnes, quedaron en el expediente judicial. La mayor parte fueron entregados por Oscar Osben y Carlos Espinoza; otros cuantos los proporciono el sacerdote Diego Ossa.

[26] Declaracion del 22 de junio de 2010 ante el fiscal Xavier Armendariz, la que fue ampliada el 6 de abril de 2011 ante la magistrada Jessica Gonzalez.

[27] Declaracion del 25 de junio de 2010 ante el fiscal Armendariz, ratificada y ampliada el 28 de marzo de 2011 ante la magistrado Jessica Gonzalez.

[28] Declaracion ante el fiscal Xavier Armendariz del 22 de junio de 2010.

[29] Informe Policial de septiembre de 2010.

[30]La ministra en visita Jessica Gonzalez interrogo tambien a la cocinera Maria Elena Angulo Almonacid (5 de abril de 2011), quien habia sido despedida semanas antes de que estallara el escandalo. Dijo que en los anos que estuvo ahi «una sola vez vi al padre Karadima darle un agarron en las nalgas a Francisco Marquez y eso me parecio muy poco apropiado».

[31]Declaracion ante la ministra Jessica Gonzalez del 28 de abril de 2011.

[32]«El polemico refugio de Karadima», revista Que Pasa, 19 de noviembre de 2010.

 

 

 

 

 




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