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“Ahora la Iglesia es culpable de ocultar. ¿Y las víctimas, por qué se han callado?”

By íñigo Domínguez
El País
November 08, 2018

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El obispo de Salamanca, Carlos López, a la derecha, junto al portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, en 2014. En vídeo, conversación entre el obispo de Salamanca y una víctima.

[with video]

[Recordings of Salamanca Bishop reveal the arguments and tactics to silence abuse complaints]

Las grabaciones al obispo de Salamanca revelan los argumentos y las tácticas de la jerarquía eclesiástica para acallar a los denunciantes de abusos

Las conversaciones grabadas en 2013 entre el obispo de Salamanca, Carlos López, y una víctima de abusos Javier Paz, a las que ha tenido acceso EL PAÍS, son reveladoras de los argumentos de la Iglesia para silenciar el escándalo y de su falta de empatía con quienes denuncian. Uno de los momentos más llamativos de los audios es cuando el prelado responde a las quejas de su interlocutor sobre la actitud de la Iglesia. El obispo pregunta por otras víctimas que conoce Paz, para saber si se quieren unir a su denuncia contra Isidro López, el cura de Salamanca que fue finalmente condenado por el Vaticano en 2014.

Estas personas no se fían de la Iglesia porque creen que ha ocultado el caso. El obispo reacciona con contrariedad: “Pero, ¿quién tiene la culpa? ¿por qué no lo han denunciado? Es que es muy fácil decir… ¿Estos señores por qué no lo han denunciado a su debido tiempo? Ahora la Iglesia es culpable de haberlo ocultado ¿y ellos por qué lo han ocultado?”. La víctima le explica que no es fácil asimilar los abusos y denunciar, que pasan muchos años. El obispo continúa: “Si en el caso de Isidro no ha habido un castigo es por culpa de todos. Lo que no vale decir es que los obispos no han hecho nada. No, vamos, a ver ¿las víctimas por qué se han callado? ¿Por qué todavía las víctimas no quieren decir nada?”. El obispado de Salamanca, que durante décadas se negó a investigar a este sacerdote por no creer "verosímiles" las denuncias contra él, se ha negado en todo momento a responder a EL PAÍS sobre el caso.

Es más, el propio Carlos López admite que ya en 2003, cuando llegó a la ciudad, conoció rumores sobre el cura, luego condenado, en la parroquia donde estaba entonces, en el barrio de Tejares, aunque sostiene que no encontró pruebas concluyentes. De modo que el sacerdote siguió ocho años más de párroco, y aun así cuando el obispo recibió en 2011 la denuncia de Javier Paz, “considerando la buena fama del sacerdote, juzgó que no había suficientes elementos para proceder”, tal como afirma la sentencia del Vaticano que reveló este periódico la semana pasada. Mientras se llevaba a cabo el proceso canónico permaneció aún tres años más prestando ayuda en otra parroquia.

No obstante, el obispo admite a su interlocutor que podría haber hecho más y tomar medidas: “Hablé con don Isidro, y el conocimiento que he tenido de eso ha sido después. Si en 2003 hubieran estado en vigor las normas canónicas que están ahora [Benedicto XVI ordenó en 2010 elaborar protocolos contra los abusos], yo hubiera actuado de otra manera, claro, me hubiera sentido obligado a actuar. Pero entonces las normas eran distintas". Carlos López ha sido una autoridad en la Iglesia española en cuestiones legales, porque desde 1994 formó parte de la Junta de Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal, y de 2002 a 2017 fue su presidente.

En otro pasaje el responsable de la diócesis salmantina vuelve a atribuir el papel de víctima a la Iglesia, cuando debe pagar indemnizaciones: “Si no hubiera prescrito y condenan a don Isidro y el juez civil le impone una indemnización, y al final si él no tiene dinero, ¿quién lo tiene que pagar? Lo paga la diócesis. ¿Quién es la víctima entonces? Porque claro, la diócesis es también tu madre, y son los pobres”.

En todo caso, su principal interés en gran parte de las charlas es convencer al denunciante de que es mejor mantener el asunto en secreto. En una conversación del 15 de marzo de 2013, por ejemplo, Javier Paz se está planteando presentar una denuncia en los tribunales, aunque está prescrito, para que salga a la luz. Pero el obispo intenta convencerlo de que no va a conseguir nada. Solo el escándalo, porque está prescrito y “la vía civil está cerrada”. En cambio, le razona, en el juicio canónico no hay prescripción: “Solo van a conseguir hacer daño, nada más, hacerse daño a sí mismos y a su familia, y todos los demás”. Y luego añade: “Ya bastante has sufrido para que salgas también en la prensa”. Las críticas a los medios son recurrentes.

Paz replica que también cree que con la denuncia pública pueden salir otras víctimas a la luz, cuyos casos no hayan prescrito, pero el obispo le desanima: “¡Si eso fue hace montones de años! Si todos esos hechos acontecieron cuando estaba en San Julián, después estuvo ocho o diez años en Tejares. Está superprescrito”. Sin embargo, se habían recibido denuncias en esta segunda parroquia, donde permaneció hasta 2003, tal como consta en la sentencia del Vaticano revelada por este periódico. Los casos de abusos de menores prescriben hasta 15 años después de la mayoría de edad, y por tanto en 2013 no se podía descartar que algún caso no hubiera prescrito.

Cuando la víctima insiste en que el objetivo es llegar a que más gente pueda denunciar, el obispo argumenta: “No se hace más justicia por el hecho de que absolutamente todos los que puedan considerarse perjudicados, abusados, comparezcan en el proceso. Si ellos llegan a saber, y sabrán, porque la condena tendrá que ser pública, y saben que ha sido culpable, que ha sido condenado, pues ya está. Lo mismo da que sea por dañar a cuatro que a catorce”. De todos modos le promete que al final la sentencia se haría pública. No fue así. El obispado solo difundió un breve comunicado que ocultó los detalles del caso y de la condena, como que había dos víctimas más, no solo Javier Paz, que ya lo había hecho público.




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