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Efecto de la película Spotlight y el caso Próvolo.
Aumentan las denuncias contra curas abusadores

Sólo la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico en Argentina lleva adelante 16 casos. 
Publication

Por Mariana Iglesias
Clarín
25/03/2017

https://www.clarin.com/sociedad/aumentan-denuncias-curas-abusadores_0_rJGldQmhg.html

En el último año se multiplicaron las denuncias contra curas abusadores. La mayoría son historias viejas, tapadas desde siempre por la Iglesia, por la vergüenza y el silencio de la sociedad, que no habilitaba a hablar del tema. La película Spotlight (“En primera plana”, que en 2016 ganó el Oscar a la mejor película al contar abusos en Boston) , ayudó a que empezara a correrse el velo de este delito aberrante. Y el escándalo del Instituto Próvolo de Mendoza, donde curas abusaron a nenas y nenes sordomudos terminó de destapar el drama de las víctimas. Sólo la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico en Argentina lleva adelante 18 casos que involucran a decenas de víctimas. Y según BishopAccountability.org, una organización internacional que documenta casos de abusos de la Iglesia, en Argentina son 52 los clérigos denunciados en los últimos 20 años.

Al finalizar Spotligth aparecía el listado de los siete curas denunciados en Buenos Aires, Morón, Pilar, Berazategui, Quilmes, Paraná y Salta. Uno de ellos era Julio César Grassi, ex presidente de la Fundación Felices Los Niños. Esta semana, en un fallo unánime, los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificaron la decisión de la Suprema Corte bonaerense para que Grassi siga preso -fue condenado a 15 años de prisión por abuso sexual-. Es decir, no quedó ninguna duda de que Grassi es un pedófilo.

Sebastián Quattromo estaba de viaje de egresados cuando Fernando Enrique Picciochi, de la Congregación de Hermanos Marianistas, se metía en su cama y abusaba de él. Y siguió haciéndolo durante el primer año del secundario, en el colegio Marianista de Caballito. Sebastián pudo contarlo diez años después, cuanto tenía 23. En 2012 Picciochi fue condenado a 12 años de prisión por “corrupción de menores calificada, reiterada”. Sebastián milita en la ONG por “Adultos por los derechos de la infancia” junto a cientos de sobrevivientes de abusos.

Otro de los casos de Spotlight es el de Julieta Añazco: “Era todas las noches, escuchar el cierre y yo ya sabía que él venía. A veces me hacía la dormida para que no venga hacia mí pero veía que tocaba a otras nenas”, cuenta en el documental ”No abusarás (el mandamiento negado en la Iglesia de Francisco)”, que se estrena hoy y podrá verse en las redes sociales. Julieta fue abusada por el cura Héctor Giménez en los campamentos de verano a los que iba cuando tenía 10, 11 y 12 años. Pudo denunciarlo 30 años después, en 2013, ante la Fiscalía N° 6 de La Plata. Ahí descubrió que Giménez tenía denuncias previas, de cinco mujeres abusadas cuando eran niñas, y de tres varones también. Lo condenaron a ocho años, pero la Cámara de Apelaciones de La Plata lo excarceló por “dignidad eclesiástica”. Julieta ahora está al frente de la Red de Sobrevivientes, donde estiman que Giménez habría abusado de al menos cien niños y niñas.

“Algunos hemos tenido la dicha de la vida de contar con alguien que nos ama y que nos ha acompañado, pero otros no, otros han atentado contra su vida, otros han caido en un montón de cuestiones para poder tranquilizar un poco su mente y esos recuerdos que le vienen”, dice en el documental Fabián Schunk, abusado en Paraná por el cura Justo José Ilarraz, que irá a juicio oral este año. También se lo ve a Daniel Sgardellis, sordomudo, del Próvolo de Mendoza, víctima de Corradi y Corbacho: “Sufrí demasiado y casi me suicido. Yo salía a la calle en medio del frío, desnudo, y mi papá me retaba y me decía que no, y yo le decía que sí, que me quería morir, no me podía comunicar”.

En "No abusarás", Bárbara Blaine -presidenta de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico (SNAP), fuente fundamental en de Spotlight-, asegura: “Si el Papa Francisco realmente quisiera proteger a los niños creo que echaría a los obispos que a sabiendas trasladan a los curas perpetuadores, pienso que exigiría que todos esos curas que abusaron de niños, aunque sea una sola vez, sean removidos del sacerdocio para siempre. Pienso que si fuera sincero recompensaría a los informantes y aquellos que tuvieron el coraje de hablar“.

Para Liliana Rodríguez, psicóloga de la Red: “Realmente tiene algunos visos de lo que hemos conocido como plan sistemático del genocidio que atravesamos: en los modos de operar y de cómo garantizar la impunidad, porque la realidad del objetivo final es grarantizar la impunidad a partir de destrozar la vidad de generaciones de niños y niñas, porque acá estamos hablando de 30, 40, 50 años de abusos sistemáticos de niñas y niños”.

“Contamos los abusos de sacerdotes de la Iglesia católica y el sistema de encubrimiento diseñado desde el Vaticano a lo largo de todo el siglo veinte y la lucha de las víctimas, de los sobrevivientes, porque así se consideran ellos mismos”, explica a Clarín el periodista Julián Maradeo, coproductor de "No abusarás" junto a la Izquierda Diario.

Carlos Lombardi, abogado de la Red de Sobrevivientes, es otra voz del documental, y habla de las responsabilidades: “Primero está el sacerdote abusador, segundo el obispo que lo encubre y tercero el sistema de encubrimiento, es decir, a pesar de las palabras de Francisco es algo que no ha cambiado”. Sólo la Red interviene en 16 causas de curas denunciados (un año atrás eran 11): Héctor Ricardo Giménez, La Plata; Luis Brizzio, Santa Fe; Domingo Jesús Pacheco, Corrientes; Raúl del Castillo, Mendoza; Nicolás Bruno Corradi, Mendoza y La Plata; Horacio Corbacho, Mendoza y La Plata; Félix Alejandro José Martínez, Mar del Plata; Agustín Rosa, Salta; Justo José Ilarraz, Entre Ríos; Marcelino Moya, Entre Ríos; Juan de Dios Gutiérrez, Catamarca; Renato Rasjido, Catamarca; Carlos Alberto Dorado, Santiago del Estero; Juan Diego Escobar Gavíria, Entre Ríos; Jorge Luis Morello, Mendoza; y un sacerdote de una parroquia de Guaymallén, Mendoza, denunciado por la madre, pero no se puede revelar su identidad.

“Esas son las causas que la Red asesora, aunque hay muchas más consultas que se hacen por facebook, mail y celular, pero las víctimas no se deciden a denunciar, por lo que hay que esperarlas a que superen sus obstáculos personales. El tema Próvolo de Mendoza hizo explotar los medios de acceso a nuestra Red. Nos llaman de todo el país”. Es imposible saber cuántas causas hay en todo el país, habría que rastrearlas en los poderes judiciales de cada jurisdicción.

Sólo para dar un ejemplo del sur: en Río Grande, una mamá denunció en noviembre al sacerdote Cristian Vásquez (35), de la parroquia Virgen del Carmen, quien habría abusado tres veces de su hija, cuando la nena tenía 12 años. Ahora tiene 16, tuvo un intento de suicidio y en el tratamiento con una psicóloga saltaron los abusos. Entre las pruebas presentadas hay una carta del propio cura pidiéndole perdón. La abogada Adriana Varisco cuenta a Clarín que Vázquez todavía no fue citado por la Justicia.

El año pasado se modificó el Código Penal: la prescriptibilidad de los delitos contra la integridad sexual de personas menores de edad comienza con la presentación de la denuncia. Se contempla no sólo el daño, sino también las dificultades y el tiempo que les lleva a las víctimas contar lo ocurrido, lo que se llama “Revelación Tardía”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

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