CHILE
La Tercera
por Hernán Corral – 04/07/2012
EL ARZOBISPO de Santiago ha enviado a la Santa Sede la investigación realizada en contra de Cristián Precht por supuestos abusos cometidos en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. La noticia conmovió a católicos y no católicos por la trayectoria pública del denunciado y su defensa de los derechos humanos como primer vicario de la Vicaría de la Solidaridad. Quizás ahora los sectores que se consideran “progresistas” comprendan las reacciones de incredulidad, defensa de inocencia y, más tarde, dolorosa resignación que experimentaron los simpatizantes del movimiento de la iglesia de El Bosque, al denunciarse y confirmarse los delitos cometidos por Fernando Karadima.
No se trata de jugar al “empate” entre sectores liberales y conservadores en el seno de la Iglesia. Pero sí de escudriñar los “signos de los tiempos” para intentar comprendernos mejor unos a otros. Los atentados a menores de edad o la manipulación de la dirección espiritual, denunciados en el caso Precht y condenados en el caso Karadima, traicionan la misión de pastores de los fieles que la Iglesia les confió. No pueden, sin embargo, cancelar lo bueno que han realizado a lo largo de su vida sacerdotal, cada uno en el camino por el que se sintió llamado. Así como los abusos de Karadima no anulan el bien que hizo a través de su parroquia, las vocaciones sacerdotales suscitadas y los cientos de laicos que mejoraron en su vida cristiana, las denuncias en contra de Precht, incluso si fueren comprobadas, no podrían suprimir el enorme servicio prestado a la causa de los derechos humanos ni las numerosas misiones de toda una vida entregada a la diócesis.
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