La misión del jesuita

CHILE
Lamula

Tomado de la revista Velaverde.- Columna El ojo de Mordor, por Pedro Salinas.- A ver si logro que me lean con atención. James Hamilton Sánchez tiene casi cincuenta años, es chileno y cirujano gástrico. Quienes le conocen, comentan que jamás se desprende de su notebook que suele llevar en una pequeña mochila roja. Y siempre está atento a su blackberry. Pero sin duda uno de los rasgos más saltantes de su biografía es su condición de víctima sexual (siendo menor de edad) del sacerdote Fernando Karadima, un líder religioso de la Pía Unión del Sagrado Corazón, que es una suerte de red religiosa a la que adhieren medio centenar de curas y cinco obispos, y opera desde la iglesia El Bosque, en la comuna de Providencia, en Santiago.

La Pía Unión es un movimiento conservador, como los Legionarios de Cristo o el Opus Dei o el Sodalicio, por citar apenas tres ejemplos, porque hay más. Y Karadima, con fama de orador persuasivo y predicador de una moral rígida, era su jefe máximo, al que sus seguidores le daban trato de “santo” y lo presentaban como discípulo del jesuita Alberto Hurtado Cruchaga, quien, como sabrán algunos, es el segundo santo chileno, canonizado por el papa Benedicto XVI en el 2005.

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