Manos a la Obra

ARGENTINA
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Por Claudia Fernández Chaparro *

En 1987, Julio César Grassi se ordenó sacerdote bajo el lema “El padre de los que no tienen padre” y, el 23 de diciembre de 1993, creó la Fundación Felices los Niños. El cura se convirtió en un marketinero profesional que logró que el ex ministro Domingo Cavallo le donara 5 millones de pesos y 65 hectáreas para que funcionara la sede central de “su obra”.

Habrá que revisar qué pasó con el fenómeno Grassi, por qué este hombre se convirtió en el adalid de la infancia sin ningún control eficiente, sin la mirada del Estado, creando ese megahogar carente de toda perspectiva de derechos.

El caso Grassi también nos interpela como sociedad. ¿Cómo se puede llegar a naturalizar el hecho de que miles de niños vivan todos juntos, en un mismo predio, yendo al colegio en el mismo lugar y recreándose allí, encerrados, sin contacto con el mundo exterior, sometidos al arbitrio de un cura que oficiaba de amo y señor de sus vidas?

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