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ARGENTINA
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Después de varias horas de cuarto intermedio, los jueces ordenaron que Grassi fuera enviado a la cárcel de Ituzaingó, en su jurisdicción canónica. Es posible que sea trasladado al penal 41 de Campana. Crónica de un día cruzado de acusaciones.

Por Carlos Rodríguez

Un Julio César Grassi en apariencia inmutable, aunque la tensión se le marcaba en los pómulos, sobre la línea que marca la mandíbula, y en la dureza de la mirada que dirigió a los jueces, escuchó ayer la sentencia del Tribunal Oral Nº 1 de Morón por la cual se ordenó su inmediata detención en la Unidad Penitenciaria 39 de Ituzaingó. Fue el único gesto benévolo, dado que la prisión queda dentro de la diócesis de Morón, a la que sigue perteneciendo el cura, a pesar de que su condena a 15 años de prisión por “abuso sexual y corrupción de menores” ya ha sido ratificada por una decena de jueces. El gesto, sin embargo, podría quedar trunco porque el Servicio Penitenciario provincial pidió que lo trasladen a la Unidad 41, de Campana, de máxima seguridad. “Hoy por hoy pesan sobre la cabeza del acusado tres fallos dictados por órganos judiciales de diferente instancia, agotando la jurisdicción provincial” y “confirmando (…) la culpabilidad del encartado y el consiguiente cumplimiento de la pena”, se dijo en la resolución, que fue leída, con voz firme, por la presidenta del tribunal, Mariana Maldonado.

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