“El pingo anda suelto”: testimonios sobre el sacerdote acusado de abusos deshonestos

LEóN (MEXICO)
Códice Informativo [Querétaro, Querétaro, Mexico]

November 24, 2013

By Staff Códice

En su Iglesia nadie cree que sea culpable de haber cometido abusos contra dos menores de edad

Fue hace alrededor de tres meses cuando cambió el ejido Modelo por la iglesia de San Antoñito. Apenas lo iban conociendo. Pero todos aseguran que era un gran tipo.

Doña Tolita, una servidora del templo, poco pudo conocer a Arturo Méndez Camacho en los tres meses que se desempeñó como sacerdote de dicha iglesia ubicada sobre la calle Hidalgo, esquina con Ignacio Pérez.Curiosamente, hace también tres meses, el sacerdote recibió una denuncia de carácter penal que dio inicio a la averiguación previa 2035/2013 por la probable comisión del delito conocido como “abusos deshonestos” contra dos menores de edad.

El padre fue detenido en el transcurso de la semana y se encuentra libre tras haber pagado una fianza de 90 mil pesos. El delito de abusos deshonestos -acreditado cuando una persona toca de manera lasciva a otra sin el consentimiento de ésta- no es grave.

La acusación y posterior detención del cura cayó como cubetada de agua fría en los feligreses de la iglesia de San Antoñito, quienes hoy se sienten a la deriva espiritual.

Lucy, hija de doña Tolita, coincide con su madre en que “Dios es el único que puede juzgar”, y que más allá de preguntarse si el sacerdote que conoció durante unos pocos meses es culpable o no de los delitos que se le imputan, reza para que Dios proteja a los sacerdotes de los intentos del mal por contaminar sus corazones.

Doña Rocío tampoco lo conoció mucho. Ella es la catequista de San Antoñito y, junto a su esposo, sirvieron durante sus tres meses de estancia a Arturo Méndez Camacho. Así como la mayor parte de la feligresía, asegura también sentir un dolor inmenso por el momento que pasan con las acusaciones que se le imputan a quien fuera su sacerdote, y en quien jamás vio un comportamiento extraño y, dejó claro, siempre fue amable y servicial.

Cuando llegó, nos dijo que se sentía mal por su hermano Agustín Hernández, nuestro anterior sacerdote, porque lo habían mandado al Soriano. Ya es una persona de edad, y cuando nos llega a nosotros el padre Arturo, decía que le daba tristeza que hayan mandado al padre Agustín a ese lugar porque es muy grande, mejor me hubieran mandado, decía”, dijo doña Rocío a Códice Informativo.

Incluso, hace apenas una semana Arturo Méndez entregó a doña Rocío y otros fieles un diploma por haber tomado con él el curso “La Pedagogía de la Catequesis” con la el cual pretendía darles bases teóricas para enseñar la palabra de Dios a niños. “No hubiera hecho eso si fuera culpable de lo que se le acusa”, asegura acongojada doña Rocío.

Quien no soporta la tristeza es doña Mary, quien sentada al fondo de la iglesia tiene la mirada perdida en la nada. Hace ocho días acudió a San Antoñito solo para hablar con el padre Arturo. Se supone que el sacerdote la recibiría algún día de esta semana, sin embargo, sus problemas con la ley no lo permitieron.

Hace exactamente 31 años, recuerda doña Mary, conoció a Arturo Méndez cuando apenas era un joven estudiante. Sus primeros recuerdos de él se remontan a cuando fue aceptado en el diaconado, suceso que para él, después sacerdote, confirmó su vocación en Dios. Así, lo siguió durante sus 30 años de sacerdocio por diversas comunidades e iglesias en Peñamiller, San Juan del Río, en Querétaro, entre otros.

Doña Mary lo tiene claro: para ella no son más que injurias e infamias las que han interpuesto en contra del sacerdote Arturo Méndez, a quien no ha visto y con quien no ha hablado desde que fuera detenido, a pesar del deseo de saber de él.

Es muy lastimoso. Y como es una persona que es muy recta y muy claridosa, hay gente a quien no le guste porque dicen: ‘el padre ya sabe mi vida’, y va a haber gente que le va a llegar a incomodar, y gente que le va dar incluso tirria o coraje y va a hacer algo contra de él. Pero para mí ha sido siempre una persona íntegra, entregada, siempre segura de su vocación”.

“El pingo anda suelto”, aseveró Doña Mary sobre lo que ahora pasa por San Antoñito. Tocará primero a la ley del hombre y después a la de Dios, decidir qué pasa con el padre Arturo Méndez, a quien ella siempre recuerda con su frase más célebre: “¡Ánimo”!

https://codiceinformativo.com/2013/11/83932/