El Arzobispado santafesino recibe denuncias por abuso ante la atenta “mirada” de Storni

SANTA FE (ARGENTINA)
Uno Santa Fe [Santa Fe, Argentina]

July 17, 2020

By Bárbara Favant

El Arzobispado lanzó un “sistema” para que se puedan presentar denuncias por abuso sexual a miembros del clero, pero admitieron que no están capacitados para hacerlo. Aún tienen la imagen del cura denunciado por 47 seminaristas en las salas de la institución

“La Iglesia no necesita hacerse ningún examen de conciencia, y mucho menos pedir perdón a la sociedad argentina”, dijo el arzobispo Edgardo Storni en una homilía el 25 de mayo de 1995. La cita aparece en “Nuestra Santa Madre” de Olga Wornat, un libro de 2002 sobre la “Historia pública y privada de la Iglesia Católica Argentina”. Allí se describió la cantidad de abusos sexuales cometidos por el obispo –a quien lo llama “El Rosadito“– desde 1984 hasta la publicación de la investigación periodística, y cómo las denuncias de los afectados habían llegado hasta el Vaticano pero institucionalmente no se hizo absolutamente nada para frenar el horror.

En el libro se describe un cuadro pintado al óleo de la figura de Storni. Se detalla que se lo retrató con su aspecto de la juventud con sus pomposos atuendos que le gustaba exhibir en público, pero que había ordenado con los años que sea colgado en una de las habitaciones de la planta baja del Arzobispado y mandó a hacer uno más grande. La razón, habría sido que las manos allí se le ven desproporcionadas, muy grandes. La pintura sigue en ese lugar aún hoy, junto a otras de todos los arzobispos que tuvo la ciudad de Santa Fe. Tal vez se sostiene como símbolo, quizá estandarte, del statu quo de la iglesia que se ve representado en su imagen y la de aquella frase que dijo en el 95 en pleno festejo por el día de la revolución.

Storni fue llevado a juicio a partir de una investigación que se inició el año de la publicación de Wornat. Ocho años antes, en 1994, el arzobispo había sido sometido a una investigación ordenada desde el Vaticano, y liderada por José María Arancibia, después de haber sido acusado de abuso sexual en base a 47 testimonios de seminaristas. En 2003 fue sobreseído por la justicia santafesina de los delitos que se le imputaron por los hechos cometidos contra dos seminaristas que denunciaron abusos de los hechos que había investigado la fiscalía, pero sirvió para que se le dé forma a la causa.

Y en 2006 el exseminarista Rubén Descalzo denunció a Storni. El clérigo fue condenado por la jueza María Amalia Mascheroni a ocho años de prisión –el denunciante había solicitado 15– por abuso sexual agravado en 2009; pero luego, en 2011, la Cámara de Apelación Penal de Santa Fe declaró la nulidad de la sentencia. “Ha quedado palmariamente demostrado con la cantidad de testimonios arrimados a la causa e indicios, que las situaciones vividas dentro de los claustros eran anómalas irregulares y perjudiciales para los seminaristas que han venido trayendo su versión para esclarecer los hechos”, había dicho la jueza Mascheroni en su sentencia.

La conmoción de la condena fue enorme en la ciudad, y en el país. Fue la primera vez en Argentina que se condenaba a un obispo por delitos sexuales. Sin embargo, murió impune en 2012, en una casa que le había comprado la Iglesia en La Falda, Córdoba, en la que se mantenía con una pensión de privilegio desde el 2002.

Otro de los escándalos resonantes fue el testimonio del cura José Guntern, que dijo haber enviado una carta a Storni en la que le pidió: “… que reflexiones en Cristo y tomes conciencia de la gravedad de tus actos”. Fue luego de haber tomado conocimiento de que uno de los seminaristas que tenía a cargo había sufrido un abuso por parte del arzobispo. Como respuesta, cuatro sacerdotes –Hugo Capello, Marcelo Mateo, Edgard Stoffel y Mario Grassi– lo presionaron para que se rectifique y se retracte de sus dichos.

En el 2016 por primera vez en el país hubo una condena civil a la iglesia. La jueza Beatriz Forno de Piedrabuena del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial Nº 3 condenó a los herederos de Storni y al Arzobispado de Santa Fe por daños y perjuicios a pagar casi un millón de pesos al sobreviviente Descalzo. El arzobispo José María Arancedo ordenó apelar esa resolución, y finalmente en 2018 otro tribunal desestimó la demanda por “prescripción”.

El legado de Storni

En la provincia fueron cuatro los casos resonantes de miembros de la Iglesia que fueron denunciados, condenados o procesados por abusos sexuales: Storni, Viviana Fleitas, Luis Brizzio y Néstor Monzón.

En el libro de Wornat también se señaló a Mario Grassi, asesor legal del colegio Nuestra Señora de Guadalupe en ese momento, como alguien que “tuvo varios problemas con adolescentes, a los que habría intentado abusar”. Luego de la presentación de la investigación en la Feria del Libro de Santa Fe en 2002, un grupo de unos 90 padres de la institución educativa se reunió para analizar los hechos y solicitaron que sea retirado de su cargo. El juez de Instrucción Julio César Costa procesó en 2002 por “coacción” en perjuicio del padre José Guntern a los sacerdotes Marcelo Mateo y Hugo Capello. Sus pares Edgar Stoffel y Grassi quedaron acusados como partícipes de ese hecho. La medida judicial alcanzó, además, al escribano Ricardo Chaminaud, quien fue procesado por el delito de “falsedad ideológica”. Fueron finalmente absueltos. A Grassi lo enviaron como párroco a la Iglesia Nuestra Señora de la Merced en San Justo desde 2006 hasta su muerte en 2014.

El cura Carlos Vece, de la arquidiócesis de Storni, discípulo e “íntimo amigo” del arzobispo, que murió en 2000, fue denunciado ese mismo año en una radio de la ciudad por un adolescente que se había escapado del Colegio Concepcionista San Cayetano (Vece era el representante legal) por abusos sexuales y castigos corporales. Las denuncias se ratificaron en el Juzgado de Menores de Santa Fe. “Falleció sin que la Justicia, que proclamaban padres de alumnos víctimas de sus abusos, lo rozara siquiera. Es probable que Dios, harto de esperar en vano la justicia terrenal, haya ejercido la suya matándolo y remitiéndolo a Satanás”, dice Wornat en su libro.

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Fuentes eclesiásticas revelaron a UNO Santa Fe que Luis Brizzio de vivió hasta mayo de 2019 en los establecimientos de la parroquia Santuario San Francisco Javier, de la ciudad de San Javier, por varios años. Allí mantuvo un perfil bajo, tenía servicio de limpieza y no se lo vio por fuera de las instalaciones. A cargo de esta parroquia está el cura Sergio Capoccetti. Hoy, se encuentra en el Monasterio Benedictino Santa María de los Toldos, en la provincia de Buenos Aires. Brizzio fue denunciado en 2014 por abuso a un adolescente de 16 años en un retiro espiritual. Quien denunció fue la víctima ya adulta y por los tiempos establecidos en la ley no se inició un proceso judicial en el Estado.

Cuando el abusado se acercó a la iglesia, las primeras reuniones se dieron con el entonces obispo Storni. “Cuando a mí me ocurre esto mi familia y yo no sabíamos que Storni era abusador, ni que tenía denuncias de abuso. Con los años cuando eso se supo públicamente ahí entendí que no era que no habían hecho nada sino que lo habían encubierto”, dijo el denunciante a este medio en 2019.

El arzobispo de Santa Fe en 2015, José María Arancedo, abrió una investigación canónica a Brizzio por “comportamiento indebido” y lo removió de sus tareas pastorales en una parroquia de Esperanza. El denunciante recibió un documento del arzobispado de Santa Fe que dice: “La respuesta de la Congregación Romana una vez analizadas las actas de la investigación previa y que oportunamente se envió según lo estipulado por el Código de Derecho Canónico concluye que al producirse el hecho el denunciante era mayor de edad. Por lo tanto, no se trata de un caso de abuso de menores, según lo determinan las nuevas normas reservadas a la Congregación para la Doctrina de la Fe”. La mayoría de edad para la Iglesia Católica –que cabe recordar, tiene su propio Estado– es de 16 años. Jamás se investigó el abuso de poder y la víctima jamás tuvo una respuesta de parte de la iglesia.

La monja Viviana Fleitas fue denunciada en un libro por la exmonja Sandra Migliore. Allí, la víctima dijo haber sido abusada cuando estaba en el noviciado y era menor y además contó abusos a otras compañeras. Fleitas es la primera monja denunciada por abusos en el país. Los hechos habrían ocurrido en el convento que su congregación, las Hermanas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey, en San Lorenzo, Santa Fe. No hubo investigación canónica ni respuesta de la Iglesia sobre este caso.

El sacerdote Néstor Monzón fue condenado en diciembre de 2019 a la pena que pidió la querella, 16 años de prisión, por ser autor material de abuso sexual gravemente ultrajante a una nena y un nene de tres años en la parroquia “María Madre de Dios”. El tribunal estuvo presidido por la jueza Claudia Bressán, junto con sus pares Santiago Banegas y Martín Gauna Chapero. Los jueces además ordenaron que ingrese al Registro Nacional de Datos Genéticos Vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual, creado por la Ley 26.879 y reglamentado en julio del 2017. Allí se almacena información genética de autores de delitos sexuales con el fin de cruzar datos con las investigaciones de delitos de abuso sexual y poder encontrar a los responsables. Es la primera vez que un sacerdote condenado de la provincia entra en ese registro.

Cuando los abusos fueron detectados, la madre de uno de los menores comenzó un juicio canónico al mismo tiempo que hizo la denuncia penal que siguió el curso que finalmente les trajo algo de justicia a las víctimas. La asesora legal del obispado, Gabriela Contepomi, lo llamó por teléfono a Monzón para advertirle que lo estaban investigando y le dijo “borrá todo”. La conversación quedó grabada y ahora la mujer deberá enfrentar un juicio oral por “encubrimiento agravado del delito de abusos sexuales gravemente ultrajantes”. Le sugirió que elimine toda posible prueba que pueda generar compromiso a cualquier persona de la Iglesia, y que en caso de ser citado a tribunales actúe como que no sabía nada. Incluso se escucha cuando le sugiere que haga “acting” de sorpresa. El celular del sacerdote estaba intervenido por orden del juez y por eso quedó todo grabado. Se puede escuchar el audio haciendo clic aquí en Reconquista Hoy.

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