A 20 años de la denuncia contra el Padre Grassi, así están las ruinas de la Fundación Felices los Niños

BUENOS AIRES (ARGENTINA)
Minuto Uno [Buenos Aires, Argentina]

October 23, 2022

By Sol Quiroga Álvarez

La fotógrafa documentalista Tamara Grinberg recorrió el predio de la fundación creada del cura Julio César Grassi, símbolo de la impunidad de los abusos de la iglesia, y logró plasmarlo en su obra ‘Lo que puede un cuerpo’.

A 20 años del inicio de la caída del cura Julio César Grassi por abuso sexual agravado que perpetró contra menores de edad a los que tenía que proteger, la fotógrafa documentalista Tamara Grinberg realizó una impresionante recorrida por el predio donde funcionaba la Fundación Felices los Niños, que fue el escenario de aberrantes vejaciones, que contaron con la complicidad del poder eclesiástico, político, mediático y económico de la Argentina.

El 23 de octubre de 2002, Telenoche Investiga publicó un informe sobre los abusos sexuales en el hogar del Padre Grassi. El cura era el apuntado como responsable de la violación de “Fabricio”, “Ignacio”, “Fernando”, “Gabriel” y “Luciano”.

Tamara Grinberg dialogó con minutouno.com sobre su obra ‘Lo que puede un Cuerpo’ y contó que se trata de un ensayo fotográfico que empezó en el predio donde funcionaba la fundación presidida por el pederasta Grassi pero que terminó extendiéndose a un estudio sobre los abusos sexuales eclesiásticos.

“Cuando el juicio termina y, finalmente, él queda preso, las escuelas son intervenidas por el Estado. En ese momento, ingreso como docente y empiezo meterme en lo que fue el caso. Saqué fotos en el lugar durante cuatro años, yendo varios días por semana”, comenta Grinberg.

Tamara relata que a pesar de la intervención y reconversión del predio, en ese lugar “no había paz”, lo que la llevó a tratar de comprender todo lo que sucedió allí y decide ponerse en contacto con la periodista Miriam Lewin, quien encabezó la investigación contra Julio César Grassi, y con el abogado de las víctimas y querellante en la causa, Juan Pablo Gallego. Todo esto derivó es un trabajo titulado “Lo que un cuerpo puede”, que empezó siendo la sobre ‘Felices los Niños’ pero terminó convirtiéndose en un trabajo sobre los abusos eclesiásticos, que la llevó a ser premiada en España con una beca.

Al ser consultada sobre el título de su trabajo de investigación, Tamara reveló: “Como cuerpo no me refiero al cuerpo de una persona sino a las formas y habla de lo que puede guardar un lugar. Cuando estás en el espacio de la fundación, sobre todo en el hogar ‘Los Juanitos’, donde dormían los chicos de entre 6 y 12 años, sentís que el lugar repele. Es un edificio de dos pisos, inmenso, sin ventanas, con cinco o seis grados menos. Es como que encierra un grito de todo lo que paso. Algo similar pasa en espacios donde ocurrieron crímenes de lesa humanidad, que por más que se resignifiquen, siguen trayendo esas historias de horror una y otra vez”.

Qué era Felices los Niños

La ‘Fundación Felices Los Niños’ fue una obra solidaria a cargo del Padre Julio César Grassi, que comenzó a mediados de los ‘90 con el apoyo del Gobierno Nacional y Provincial, empresarios de renombre y grandes medios de comunicación. Cinco millones de dólares y 65 hectáreas cedidas en 1993 por el entonces Ministro de Economía, Domingo Cavallo, fueron el puntapié inicial.

La obra tuvo su sede principal en la localidad bonaerense de Hurlingham, y llegó a tener 17 hogares distribuidos en todo país por los que transitaron más de 6000 niñas y niños, que estaban alejados de sus familias por distintos tipos de violencias.

Julio César Grassi estuvo a cargo desde 1993 hasta que fue destituido en 2001, a pesar de que en 1991 ya había sido denunciado por primera vez por un delito de abuso sexual en el juzgado de Mercedes.

Tras las denuncias, Felices Los Niños siguió existiendo con fondos otorgados por el Organismo de la Niñez y Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense y desde 2014 pusieron como interventor a Juan Manuel Casolati, ex Secretario de Ejecución Penal de la Defensoría General de San Martín. En 2017, decidieron cerrarlo tras detectar deudas millonarias con la AFIP y a proveedores, y mantener varios juicios laborales. El Estado intervino las escuelas que funcionan en el predio y reubicó a los 52 niños y niñas que seguían viviendo.

En 2019 el gobierno de la provincia de Buenos Aires redestinó la gestión de ese terreno fiscal de 50 mil metros cuadrados y lo volvió a entregar a la iglesia y el Obispado de Morón decidió desarrollar un lugar para fines recreativos y comunitarios.

El abuso sexual y la complicidad eclesiástica 

“El abuso sexual eclesiástico es un fenómeno endémico dentro de la Iglesia que daña a las infancias en el mundo entero. Aunque se registran casos de abusos sexuales en otros cultos, lo que sucede dentro de la Iglesia católica merece un capítulo aparte. Existen políticas de encubrimiento y complicidad con los Estados. Curas y Obispos abusadores gozan del prestigio social y espiritual que funciona como blindaje”, señala la autora en su trabajo.

También manifiesta que “el modus operandi y el hostigamiento que recibieron las víctimas, como el accionar judicial encubridor, dan cuenta del sentido estructurante de los pedófilos dentro de la iglesia”.

Julio Grassi, Lorenzo, Luis Anguita, Walter Eduardo Avanzini, Nicolás Corradi son algunos de los 62 curas denunciados en la Argentina por abuso sexual, hasta el momento. 

Un ejemplo de esta red de impunidad es que el gabinete pedagógico de Fundación Felices los Niños estaba conformado por dos ex policías: Juan Domingo Pérez y Carlos Carballo.

“Es un error grave pensarlos como casos aislados sin vinculación, monstruos o locos. Los curas y sus abogados, Miguel Ángel Pierri, Alfredo Gascón Coti, la fiscal Ana Medina se comportan como mafias, capaces de introducir pruebas falsas, inducir a supuestas retractaciones, amenazas y golpizas. El Estado ausente sólo contempla la asimetría entre imputados poderosos y víctimas indefensas. La dilatación de los procesos judiciales y el entorpecimiento de las causas de abuso cristalizan la complicidad del Estado con la Iglesia”, remarca Grimberg.

La Iglesia católica, quien a lo largo de los últimos años perdió una gran cantidad de adeptos, sabe que la cantidad de denuncias de abuso sexual perpetrados por curas es algo muy perjudicial para su imagen y estructura pero no sabe o no quiere resolverlo. Recién en el 2019, el Papa Francisco firmó un decreto histórico en el que dispone abolir el secreto pontificio sobre las denuncias, encubrimientos y procesos vinculados a violencia sexual en el marco de la institución religiosa y los juicios canónicos.

Quién es Julio César Grassi

Julio César Grassi nació el 14 de agosto de 1956 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Tomás Osvaldo y Adelina Ester Alzúa, y es el tercero de cinco hermanos.

Toda su vida adolescente estuvo marcada por la religión. A los catorce años era catequista y realizó trabajos sociales en distintas villas de Lanús; a los dieciséis fue misionero en El Calafate; y a los dieciocho, luego de terminar la secundaria, ingresó al noviciado salesiano de Santa Fe.

Luego se recibió de profesor de Filosofía, Ciencias de la Educación y Ciencias Sagradas. En octubre de 1987 fue ordenado sacerdote, eligiendo el lema “Padre de los que no tienen padre”.

El cura Grassi se caracterizó por tener un perfil alto y relacionarse con el poder político, mediático y empresarial de la Argentina. Solía aparecer en el prime time de la televisión argentina como representante de la moralidad, ética y compromiso hacia los más desprotegidos. Hasta llegó a ganar un Martín Fierro por un programa de radio que conducía.

Gracias a todos sus contactos logró crear la Fundación Felices los Niños, y para mantenerla se paseaba por los estudios de televisión pidiendo dinero. En 1998, se vio en medio de un escándalo con Susana Giménez por un acuerdo que había firmado con la empresa Hard Communication, de Jorge ‘Corcho’ Rodríguez, para recibir dinero de lo que se recaudaba a través del 0600, número de teléfono pago que se usaba para los concursos televisivos.

De ahí salió una de las metidas de pata más recordadas de la diva que le dijo: “Padre, ¿qué se está construyendo el Sheratón?”. Todo esto terminó en juicio que se resolvió cuando Grassi ya estaba preso por corrupción de menores.

Pero un día y, gracias a una investigación periodística de Miriam Lewin y la valentía de las víctimas, hicieron que la máscara se cayera y las luces de las cámaras se posaran en la pesadilla que se vivía dentro de la fundación.

Aunque parezca mentira, o no, las atroces denuncias, nada más y nada de menos de menores de edad, no fueron suficientes y sus cómplices mediáticos, que tenía a Raúl Portal a la cabeza, trataron de limpiar su imagen. En este contexto, se vivió uno de los momentos que quedarán en la historia de televisión argentina por lo patético e impune.

La misma noche en que se destapó la olla, el padre Grassi esperaba en Canal 9 para hacer su descargo ante Chiche Gelblung, Mauro Viale y Eduardo Feinmann, pero durante la emisión avisaron que la Policía Bonaerense lo estaba yendo a detener y, en vivo y en directo para toda la Argentina, se fugó y no apareció durante las doce horas.

La espectacularización de la miseria no terminó ahí, ya que al otro día al mediodía decidió entregarse en el programa “Mediodía con Mauro”.

En el año 2002, Grassi fue condenado con sentencia firme a 15 años de prisión por 17 cargos de abusos deshonestos contra tres niños que tenían 9, 13 y 17 años cuando se produjeron los hechos, delitos que negó sistemáticamente. Actualmente, se encuentra en la celda 16 del pabellón 6 de la Unidad Penitenciaria N°21 de Campana.

Ya estando preso fue nuevamente condenado a dos años más por el delito de malversación de fondos de la Fundación Felices los Niños y por el desvío de las donaciones al penal de Campana. En noviembre de 2017 le redujeron la pena por el beneficio del 2×1, algo que fue apelado por el abogado Juan Pablo Gallego. El 13 de febrero de 2019, fue incluido en el Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a delitos contra la integridad sexual.

A pesar de todo esto, nunca fue expulsado de la Iglesia católica por lo que cuando cumpla su condena y quede en libertad, en el 2028, tiene permitido ejercer como sacerdote, de hecho, si quisiera, lo podría hacer, en estos momentos, dentro del penal.

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